domingo, 25 de noviembre de 2018

¿Ni media broma con el MeToo?

He visto el último anuncio del Gobierno en contra de la violencia machista. "Ni media broma" es el lema. Y no me gusta.





1- El vídeo se inicia con silencio, lo que ya me sugiere una cierta intención de silenciar.


2- "Ni media broma" es una expresión con connotaciones de intolerancia. Es una expresión que viene a decir que no se tolerarán discrepancias o argumentaciones en contra.

3- Las interpretaciones de los actores muestran indignación hasta la agresividad. No firmeza serena. 
Por supuesto, estoy de acuerdo con el fin explícito: el rechazo a la violencia machista. Sin tapujos, bromas ni medias tintas.

Quizá yo lo podría ampliar a violencia en familia. No solo de hombres a sus parejas femeninas, aunque probablemente sea el predominante. Sino también el de las mujeres a sus parejas, hombres a sus parejas del mismo sexo, padres a hijos o hijos a padres... Pero no liemos el tema en el arranque. No me parece mal centrar en la violencia de los hombres contra sus parejas mujeres, ya que es el más habitual.

Mi crítica está en el cómo del anuncio. El peligro de que caiga en dos errores relacionados entre si. Las trampas de la corrección y de la respuesta agresiva.
 

 
El riesgo de caer en la corrección política se podría ver en el lema. "Ni media broma" se puede interpretar como un intento de que el tema se vuelva tabú. Sugiere que cualquier trivialidad, matización o argumentación sobre un tema de violencia machista merece rechazo.

Pero claro... los humanos necesitamos poder trivializar, jugar a matizar y a argumentar para hacernos libremente una opinión.



Así que al aceptar esta consideración de "ni media broma" estaríamos arriesgándonos a caer en la manipulación de lo políticamente correcto. Esa variante de presión emocional que pretende bloquear de inicio la argumentación respecto de algunos temas.



Una forma de manipulación más peligrosa de lo que aparenta, a mi modo de ver. Acostumbrar a la sociedad a dejarse manipular no es sano.



Pondré un ejemplo de uso de una expresión similar para acallar cualquier discrepancia (sí, pongo un ejemplo de Pablo Iglesias ya que Podemos parece tener influencia en la comunicación gubernamental a día de hoy):

 “La gente no nos va a consentir ni media tontería. El mandato que tenemos de la gente es ganar al PP y ni media tontería con cuestiones internas”, ha aseverado Iglesias. También ha exigido que “nadie se dedique a marear la perdiz” después de que los dos aspirantes a liderar las listas, el secretario de Análisis Estratégico y Cambio Político y la portavoz en la Asamblea, Lorena Ruiz-Huerta, de Anticapitalistas, discreparan del proceso interno.

 





Es decir, erradicar la violencia es un objetivo positivo. Pero, dado que todo se puede hacer mal, todo debe poderse criticar. Se pueden caer en hacer leyes discriminatorias, en linchamientos mediáticos... así mantener la posibilidad de discrepancia abierta y despierta es necesario.



Por otro lado está la agresividad. Como indicó en mi teoría de las emociologías, frente a una presión manipuladora no es difícil caer en una respuesta igualmente manipuladora.




Si miro el vídeo de "ni media broma"... no pretendo ser el protagonista de Miénteme pero yo diría que transmite agresividad contenida.

Por poner un ejemplo para comparar. El anunció del PP contra la violencia de género, con el inconveniente de ser un spot de partido, lo que siempre limita la capacidad de propagación de un mensaje, creo que es bastante más sano. Busca mostrar firmeza y rechazo, pero no agresividad.




 El tipo de respuesta que considero conveniente. Una respuesta asertiva.




Por último, me gustaría resaltar que no pretendo realizar una argumentación perfeccionista. De objeciones puntillistas ante una posibilidad imaginaría, una precaución excesiva.

Así que pondré algunos ejemplos del efecto negativo de estas manipulaciones frente a la violencia machista:

 
1- La pérdida de la objetividad: Un ejemplo de transformación de un problema familiar a analizar en una lucha sectaria en la que tomar partido por un bando: machismo, feminismo, España vs Italia...



 El Mundo: Juana Rivas, "manipuladora" y con "funcionamiento mental patológico" según la perito imparcial italiana


2- Cuestionamiento de la independencia de poderes y campaña contra el discrepante.


La Vanguardia: 750 jueces presentan una queja por la "presión social" contra el tribunal de ‘La Manada’

3- Legislación discriminatoria en favor de la mujer.

Peligrosa ruptura de un principio importante, el del artículo 14 de la Constitución Española: "Los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social."



4- Linchamiento de los sospechosos.




El movimiento 'Me Too' consigue que Woody Allen se quede sin película anual 



Para finalizar, enlazaré un corte de la genial película "Un hombre para la eternidad" ("A man for all seasons" de Fred Zinnemann). Que nos recuerda los peligros de la falta de moderación en la respuesta contra los males.


lunes, 19 de noviembre de 2018

Es fácil acabar con el nacionalismo, si sabes cómo


¿Cómo salir de unos nacionalismos que nos enfrentan innecesariamente?




 

Tras darle muchas vueltas, creo que hay unas pocas ideas sencillas que conviene tener claras para para resolver algo que no es simple.


Lo primero es tener claro quién es el aliado sostiene al nacionalismo. Los nacionalismos parecen muy fuertes pero no lo son tanto. Lo parecen porque un partido de ámbito nacional los apoya: el PSOE.

Apoyo mediático, permisividad policial, soporte internacional, refuerzo judicial, cobertura legislativa... sin todo este apoyo el nacionalismo no podría dominar y marcar su territorio como lo hace. Y lo recibe por influencia del PSOE, por activa o por pasiva (legalización de HB, 155 suave, no condena europea, apoyo a inmersión lingüística obligatoria...)


 



Segundo, fijarse en quién hace que el PSOE colabore con el nacionalismo. Ya que es un partido grande y no tiene una posición uniforme sobre este tema .

Hay que tenerlo claro, el filonacionalsmo es dominante en el PSOE por el PSC.

Zapatero venció a Bono por el apoyo de Maragall.
Sánchez venció a Díaz por el apoyo de Iceta.
El precio ha sido el mismo en ambos casos: que el PSOE siguiese la estrategia Tinell / Moción de censura. Que el PSOE se aliase con los nacionalistas.


Hay que orientar la crítica al corazón del problema, el PSC.
Es el corazón que hace que se bombee el alimento al nacionalismo y por lo tanto su punto débil.


Conviene que tengan claro qué papel juega el PSOE, quienes realmente sufren el problema: los catalanes y vascos no nacionalistas.
 
 
 


Tercero, hay que identificar el interés subyacente de PSOE-PSC, ¿Por qué lo hacen? Porque ayudar a los nacionalistas a ser dominantes en su zona, posibilita arrinconar al PP, lo que a su vez sirve para conseguir el gobierno de España.

Así que conviene apoyar en esto al PP. No a Cs, que pactará con el PSOE. Ni a Vox, que es un brindis al sol que quita eficacia al voto contra el nacionalismo. Ambos votos favorecen que la estrategia del PSC que hace que la tensión nacionalista sea útil al PSOE.


Y el PSOE no dejará esta estrategia mientras sirva para llegar al Gobierno a quienes la siguen. Zapatero es de León y Sánchez de Madrid. Esto no es cuestión de ideología. Sencillamente, ser filonacionalista tiene premio.

 


Cuarto, no sólo hay que desmontar el mensaje nacionalista, también el filonacionalista. El famoso catalanismo con el que el PSC disfraza sus intrigas.



Y tener claro qué buscamos. Quien se enfrenta al nacionalismo no es un "malvado franquista" como pretende hacer creer el filonacionalismo.
El objetivo es saludable: quitar prejuicios
Y la manera de hacer es sana: responder al nacionalismo sin cesiones ni agresividad, con firmeza asertiva.



Como decían en la Transición, se trata de buscar la libertad sin ira.
Una Segunda Transición que nos libere esta vez de los nacionalismos.









Quinto y último, una vez desbaratadas
las intrigas que imposibilitan tratar el problema de fondo, ya se puede atender de una forma emocionalmente adecuada, para que quede curado para siempre.









Y a disfrutar todos juntos del festín posterior. Sin exclusiones, como tras la primera Transición.







 …

sábado, 17 de noviembre de 2018

El voto a Susana Díaz y la izquierda honesta

Tras la victoria de Pedro Sánchez en las primarias frente a Susana Díaz, el PSOE ha retomado la estrategia del PSC. La misma de Zapatero tras su victoria frente a Bono. No en vano Sánchez contó con el apoyo de Iceta como Zapatero con el de Maragall.


Una estrategia, habitual en el PSC (o el PSE...) que pervierte al PSOE al arrastrarlo a la colaboración con el populismo de izquierdas y los nacionalismos. Ambos nada respetuosos con el discrepante, ambos escasamente democráticos.



Una colaboración que no provocará la ruptura de España, como vaticinan algunos con quizá prematuro alarmismo, pero que sí facilitará a los nacionalismos un control aun mayor en sus territorios. 

Lo que está en juego a día de hoy no es la unidad de España sino las libertades de parte de la ciudadanía. De los españoles no nacionalistas que tienen la desgracia de vivir en una zona dominada por el nacionalismo nada respetuoso. 
Así como la expansión del nacionalismo a nuevas Comunidades Autónomas (pasar a ser dominantes en Valencia, Baleares o Navarra, introducción en Asturias o Rioja). O la promoción del populismo en la opinión pública en general, al facilitar a Podemos el acceso a RTVE. 


Se hará poco a poco, para que no haya reacción en contra, pero incansablemente. Ya que es la condición que PSC, Podemos y nacionalistas han puesto a Sánchez cambio de su apoyo. Y se preocuparán de que se cumpla.




En ese panorama desolador de la izquierda es en el que Susana Díaz se presenta a la reelección en Andalucía. Y se pueden producir los siguientes resultados:

 - PP con Cs
 - Cs con PP
 - PSOE con Cs
 - PSOE con Podemos
 - PSOE sin Susana con Podemos

No ocultaré mi preferencia por la opción "PP con Cs". No confío en un Cs que nació junto con UPyD para regenerar a la izquierda en la época de Zapatero pero que luego ha cambiado de objetivo. Y primero asaltó UPyD ahora busca ante todo sustituir al PP.
Un Cs que no ha dudado para ello en respaldar múltiples veces a Sánchez (al intentar hacerle presidente, al cargar contra Rajoy durante la moción de censura, al cuestionar a Cifuentes amenazando apoyar al candidato del PSOE...). Un Cs que constantemente relativiza la perversión actual del PSOE al equiparar a PP y PSOE.




Pero, centrándonos en el voto a Susana Díaz, creo que la opción "PSOE con Podemos" no es viable. No hay duda que Podemos exigirá como condición la sustitución de Susana y que a Sánchez le conviene para afianzar su poder internamente.

Así que Susana y sus leales tendrían que soportar la presión de Sánchez y Podemos. Un enfrentamiento en el que ya perdieron en las primarias y que ahora, con los medios que da tener el Gobierno, sería aun más desequilibrado a favor de Sánchez.

¿Aceptarían los fieles a Susana perder sus puestos por fidelidad en vez de mantenerlos pasándose al bando ganador? Es poco probable. Solo hay que ver la fidelidad total a Sánchez en el Parlamento actual, que algún susanista tendrá.

Así que parece claro que, aunque hoy Sánchez muestre un apoyo cerrado a Susana para impedir que Andalucía pase a manos de PP y Cs, eso terminará en el instante en que se cierren las urnas. Ahí empezará un nuevo teatro: la simulación de que no soporta la presión de Podemos... y la claudicación final apoyando un candidato alternativo. Eso o que Díaz se someta sin condiciones a estrategia sanchista (como el Bono que Zapatero incorporó a su gobierno).


Quedaría la opción "PSOE con CS", que también parece posible. Pero es dudosa. A Cs le interesa ahora competir por el electorado del PP y luego, tras unas nuevas elecciones generales, elegir socio entre PP y PSOE (también por eso les equipara siempre).
Apoyando a Susana Díaz en Andalucía, Cs perdería bazas contra el PP y no se ganaría el apoyo del hoy poderoso Sánchez, que siempre puede ayudarlo contra el PP.


¿Adónde me lleva esta reflexión?

A que el electorado de izquierdas no partidario de la estrategia del PSC de aliarse con populistas y nacionalistas no tiene opción buena en estas elecciones. Votar a Susana Díaz será muy probablemente apoyar a Sánchez y su estrategia. Y no habrá marcha atrás hasta cuatro años después.

Quizá con el tiempo pudiesen aparecer nuevos partidos de izquierda, como en su día aparecieron UPyD (2007) o el Cs de la primera etapa (2006). Pero eso, a día de hoy, no se ve viable. El precedente con Zapatero es tardaron dos años en aparecer.
Ya se verá, pero sin duda España necesita una izquierda distinta, honesta. Alejada de la demagogia, el sectarismo frentista y la intriga sin escrúpulos.


jueves, 15 de noviembre de 2018

El partido impopular

La etapa de Rajoy, como he comentado varias veces, fue un pequeño milagro. Un remanso de paz en el río torrentoso de la demagogia política. Un milagro que permitió avanzar en infinidad de cuestiones: ETA, economía, empleo, Cajas, Eléctricas, nacionalismo catalán...

 
Por un momento se sustituyó la demagogia cortoplacista habitual del discurso político por la sensatez del gobierno. Por seguir con las metáforas, fue un castillo de integridad y sensatez, erigido sobre el terreno devastado por la demagogia de Zapatero y la crisis asociada.
Porque la demagogia siempre acaba en crisis, llegue esta desde el exterior o no. No se puede sorber (realizar tareas constructivas) a la vez que se sopla (se destruye la racionalidad con demagogia e intrigas)

Pero el castillo fue acosado por las fuerzas del populismo (Podemos y medios de derecha anti-Rajoy) y publicismo (PSOE y Cs). Que consiguieron asignar a Rajoy a la vez el papel de malvado de cuento que tanto gusta a los populistas y el de soso de los publicistas.


Un acoso que duró hasta caer derrotado por el ariete final: el Procés. Que, como un nuevo Tinell, facilitó la censura de un todos contra el PP.


Rajoy también cometió sus errores, por supuesto, aunque fuesen pocos y nada deshonestos.

En particular, el discurso le falló en tres facetas:

 - Escasez de discurso: Rajoy siempre pareció preferir dar los datos y que cada uno se montase su relato. Quizá lo hiciese por exceso de limpieza, por el pudor ante la idea de manipular. Pero la gente necesitamos un relato sobre el que asimilar los datos. Y las organizaciones lo necesitan para coordinar sus discursos. Sin relato, el partido no toca al unísono y la sociedad no entiende la melodía.

 - Errores de discurso: En algunos temas, el discurso pareció plegarse a una corrección política nada sana. Las lenguas locales no se critican, el frentismo con la memoria histórica no se responde, la deriva sectaria del feminismo se comparte, se aceptan los excesos perfeccionistas en el tratamiento de la corrupción... Fallos pequeños pero importantes. Fallos que, como vimos en las primarias, probablemente fuesen achacables más a Soraya, puesto que se vieron en el discurso de ella, no en los de Casado o Rajoy. ("Casado vs Soraya. Good vibrations" "Casado vs Soraya (2ª parte)"  )

 - Medios de comunicación: La política de medios fue un desastre a tenor de sus resultados:
     + Pareció querer estructurar el entorno mediático sobre un constructivo duopolio con Prisa a la izquierda y Planeta a la derecha. Pero la realidad es que han quedado ambos a la izquierda, con lo que España padece una vida mediática casi monocolor.
     + Los escasos medios de derecha remanentes estuvieron durante el periodo de Rajoy en una radicalidad que casi parecía un estado de guerra contra el PP. 
     + En los medios públicos, los sindicatos de izquierda se vieron fuertes como para intentar el asalto desde dentro.
Es decir, Rajoy acabó con todos los medios en contra. Y así no hay discurso posible.


Hasta aquí la etapa de Rajoy. Con un partido impopular pero grande; constructivo y sano. ¡Chapeau!


La llegada de Casado ha arrancado como un soplo de aire fresco. Corrigiendo, al menos en parte, las tres facetas que fallaban en el discurso de la etapa de Rajoy.
Y, en lo que se refiere a la organización, parece tener el partido alineado y estar promocionando a gente valiosa, como Alejandro Fernández en Cataluña (una buena combinación la de Alejandro en el Parlamento y Albiol en Badalona) 

Pero con el cambio en el discurso también están apareciendo problemas nuevos:

 - El primero es el riesgo de caer en el publicismo, empujado por la competición con Ciudadanos. Las sesiones de control en el Parlamento resultan un teatro esperpéntico. Con todos los grupos hablando para los medios y sin que ninguno diga nada digno de ser escuchado. Una cosa es incluir un detalle brillante y otra ser solo envoltorio.
A mi modo de ver, el Parlamento debería ser un sitio más serio. Donde se presenten planes de gobierno y criticas constructivas, con propuestas. No un concurso de mera dialéctica. Algo que además es el terreno ideal para los demagogos. No creo que Casado vaya a sacar ninguna ventaja en ese terreno a Sánchez o Rivera, especializados en ese tipo de concurso ("El engaño de Cs").

 - El segundo problema es el riesgo de volver a ser un partido incomprensible, que no se explica. Se ha visto con el tema del impuesto en las hipotecas o en el de la renovación del CGPJ. ¿Cuál es la posición del PP? Pues no se sabe muy bien.
Es cierto que hay unos hechos más o menos claros (propuesta de eliminar el impuesto o renovación en la práctica del CGPJ) pero no están acompañados de un discurso sólido, enunciado alto y claro.
Y creo que sé a que se debe. Es por el miedo tradicional del PP. El miedo a resultar impopular.
     + ¿Qué habría que decir en el caso del impuesto hipotecario? Pues la realidad, que el TS se equivocó al sugerir un cambio con retroactividad pero que lo ha corregido. No es que el TS se haya plegado a presiones, ni que la banca vaya a ser mala cuando repercuta el impuesto, que lo hará. El PP tendría que defender, alto y claro, al TS y a la banca frente a quienes los que atacan con populismo y publicismo... que son todos los demás.
Y, si se quiere, proponer eliminar el impuesto. Pero no usar esa propuesta para no enunciar claramente lo anterior.
     + ¿Y en el caso de la renovación del CGPJ? Aquí habría que decir cosas tan impopulares como que los parlamentarios son por ley quienes deben elegir a los jueces. Que por reprobable que sea la ministra Delgado, que lo es, se debe trabajar con ella mientras sea quien ostente la responsabilidad. Que un sistema en el que la elección la realizasen los jueces podría no representar el sentir general de la sociedad y es por eso por lo que los eligen los políticos. Y quizá hacer alguna propuesta, como la de los nombramientos vitalicios. 
¿Qué ha hecho en cambio? Hacer lo que debe, negociar, pero sin defenderlo con un discurso valiente, impopular.

Es decir, creo que al PP de Casado le está faltando presentarse como lo que debe ser un político: un líder, no un seguidor de la opinión pública ni el chico más popular del colegio.



Ese es el valor del PP. Gente profesional que es capaz de gobernar aportando algo a la sociedad. Crecimiento económico, defensa frente a los nacionalismos, colaboración entre comunidades y organismos, política exterior coherente... 
Ese es el valor del PP. Difícil de mantener, ya que implica aceptar ser impopular, pero valioso para el país y con rendimiento a medio plazo. Esa es su imagen y valor de marca.

Eso diferencia al PP del resto, que funcionan como concursantes de Gran hermano en el mejor de los casos (publicistas e intrigantes), o como sectarios sembradores de cizaña en el peor (populistas sectarios).


¿Corolario? Como dice el refrán: dime de qué presumes y te diré de qué careces. 

Así como el PSOE está siendo todo menos social (no lo es el provocar paro y pobreza) o español (dada su colaboración con los nacionalismos antiespañoles), el PP será un partido valioso en tanto en cuanto esté dispuesto a tomar y defender medidas impopulares cuando se necesiten.

Ni el PSOE parece capaz de hacer honor a sus siglas, ni el PP debe renunciar a contradecir las suyas cuando sea necesario.

domingo, 11 de noviembre de 2018

Emociologías: el supremacismo como droga de enganche

Hasta ahora, en mi teoría de las emociologías, me he centrado en el victimismo y la utopía. Ya que son los elementos esenciales del discurso en estas variantes de las ideologías basadas en la pura manipulación emocional.


Pero hay otro elemento que también es importante y aún no he incorporado. La principal golosina de enganche de las emociologías: el adictivo sentimiento de superioridad.

¡Quién no ha visto alguna vez la exultante sonrisa de suficiencia de los populistas! Esa sonrisa con la que muestra hasta que punto se siente superior a la persona que tiene enfrente.

O ¿Acaso no es evidente que utilizar de manera sistemática la burla política respecto de un grupo social suele tener detrás una pretensión de superioridad? 

Un ejemplo de este trasfondo de superioridad, aprovechando algunas ideas de Wyoming, presentador del Intermedio, el principal programa de burla política en España: "En España nunca hemos tenido una derecha normal", "con Franco no murieron los millones de franquistas"... 
Es decir, a partir de un claro prejuicio frentista (la derecha es fascista, lo manifieste o no), no es que vea malo un sistema dictatorial, sino que directamente ve mala (moralmente inferior) a media España. Haya dictadura o no. 
Y su oyentes no sólo disfrutan de su inteligente humor, que lo es, sino también de pertenecer a ese grupo superior que son los de izquierdas.




Para quien no lo vea claro, imaginemos que dijese: los negros de África provienen de una cultura primitiva y brutal. Así que no pensemos que se les pasa al cruzar el Estrecho o a sus hijos 40 años después... ¿Se ve el prejuicio no?


Así que digámoslo con claridad: la pretensión de superioridad moral de los populistas y correctos no es distinta de la superioridad racial o cultural de los nacionalismos. O de la superioridad espiritual del islamismo.


Es la principal gratificación que los líderes manipuladores ofrecen a sus seguidores: un agradable sentimiento de superioridad con el que que calmar la necesidad de autoestima. La droga con la que consiguen que su hinchada quiera volver una y otra vez a escuchar lo mismo, a recordar lo mismo, a vivir en ese mundo cerrado y asfixiante que crean las emociologías.

Y es, a la vez, el narcótico que permite que sus seguidores acepten las ideas más estrambóticas e irracionales.
¿Acaso no es eficaz acercarse a los colectivos más marginales, aquellos con más problemas de autoestima, y ofrecerles una solución mágica acompañada de inyección de superioridad?
¡Por eso es normal que aprovechen las crisis! Los momentos en que las sociedades sufren y dudan de si mismas.

Así aparecieron el nacionalismo vasco, el comunismo, el islamismo... aprovechando colectivos a los que la falta de autoestima vuelve vulnerables a la trampa de la  superioridad. Una trampa especialmente adictiva y contagiosa para quienes se sienten desvalorizados.


Por último, otra de las facetas de esta droga, es que facilita la colaboración entre emociologías.
Las emociologías colaboran entre si por un interés obvio, cuando tienen un enemigo común.




Pero es aún más fácil asociarse entre consumidores de complejo de superioridad. Es sencillo para un adicto el derivar en politoxicómano.

Acompañar la sensación de superioridad racial con superioridad moral y viceversa.