martes, 25 de diciembre de 2018

¿Colaboran el PSOE o el PP con el nacionalismo?

Este es un tema que aparece de forma recurrente en las redes sociales y que nunca he visto argumentar bien. Así que lo intentaré.

Vaya por delante la parte fácil, ya muy desarrollada en el blog: considero que el PSOE ha apoyado al nacionalismo desde hace mucho y lo apoya hoy día. Lo hace cuando da cancha a sus ideas más enfermizas (nación, imposición de la lengua, prejuicios anti-España con la promoción de temas franquistas...) o cuando se une a él para arrinconar al PP (Tinell).




 
El PSOE sigue una estrategia de constante doble juego y demagogia. Vistiendo de voluntarismo y elevadas intenciones lo que en realidad es apoyar prejuicios y ser permisivo ante la conculcación de los derechos de los no nacionalistas.





Ahora vayamos a la parte que es más difícil de explicar. El por qué no es real que el PP haga lo mismo o algo equivalente cuando pacta con partidos nacionalistas.

Empecemos mirando qué ha hecho el PP frente a la estrategia conjunta de nacionalistas y PSOE para arrinconarlo: el PP ha intentado romper el cerco mediante alianzas con los partidos nacionalistas (Aznar 1ª etapa), enfrentarse a ellos con sus mismas estrategias emociológicas (Aznar 2ª etapa), o mostrarse asertivo, negociando con quien se comporta y dejando que se autodestruya quien desbarre y se salte la ley (Rajoy).

Estrategias que en todos los casos acabaron con un enfrentamiento directo de los partidos nacionalistas contra el PP y el Estado y posterior búsqueda de la cobertura del PSOE cuando ya no podían más. En la etapa Aznar, el Plan Ibarretxe y el Pacto de Estella acabaron con HB ilegalizada, para ser relegalizada luego en la etapa de Zapatero. El Procés ha acabado con la cúpula de ERC y de lo que fue CiU en la cárcel y el posterior apoyo a Sánchez, partidario de indultarles. Al nacionalismo siempre le queda la opción de casa, como en el pilla-pilla, el cobijo de la izquierda.


¿Lo peor de las estrategias del PP con el nacionalismo? Yo creo que el gran fallo del PP está en el manejo de las lenguas locales. Creer que si ellos también las usan quedará desactivado su potencial frentista. Y no es así. La diferenciación mediante lenguas es una palanca útil para los manipuladores y no dejará de serlo porque una parte no lo quiera.
Pero, en todo caso, para el PP es una estrategia defensiva, no de apoyo al nacionalismo.



 

Hasta aquí un bosquejo de lo que ha hecho cada uno. Donde ya se intuye la diferencia entre PP y PSOE. 
Vayamos a cómo se puede interpretar para que quede más claro.


Una cosa son los partidos y otra las ideologías (o emociologías en este caso).

Con los partidos, salvo excepciones puntuales con quien se salta la ley (HB mientras existía ETA...), se necesita pactar. Todos lo hacen y quien no lo haga se "auto-margina". Se pone las cosas más difíciles.

De hecho, el juego de Tinell o los cordones sanitarios buscan eso. Limitar las posibilidades de algunos partidos. Algo no muy democrático a mi modo de ver. Ya que los partidos representan a grupos de ciudadanos que, nos gusten más o menos, tienen derecho a ser escuchados y tenidos en cuenta.

Por eso, cuando el PP ha participado en el juego de negociación con los partidos nacionalistas e intentado recabar apoyos, ha hecho sencillamente lo normal. Lo correcto.



Otra cosa muy distinta son las ideologías. Y, aun más, las emociologías, las perversiones manipuladoras que enfrentan a la sociedad y la envenenan.

La emociología nacionalista/secesionista no debe apoyarse. Y eso el PP no lo ha hecho nunca y sí el PSOE. Cuando habla de naciones reforzando el discurso nacionalista, aunque luego lo disfrace diciendo que se refiere sólo a la acepción cultural de nación. Cuando refuerza el prejuicio de la España franquista tan del uso nacionalista. Cuando se justifica el victimismo nacionalista diciendo que el PP les maltrata (Estatuto...). Cuando facilita el marcado del territorio siendo permisivo con incumplimientos de la ley (neutralidad espacio público) y despreciando ellos mismos los símbolos comunes…


 


Por último, me gustaría dejar claro que no pretendo describir esto como un juego de buenos y malos. También hay errores desde la derecha. Pero no son de apoyo al nacionalismo. Hay, si acaso, de respuesta manipuladora al nacionalismo. De lo que podríamos llamar emociología antinacionalista. Pero no es característica del PP (si acaso en algún momento de Aznar). Es algo más característico de algunos medios de la derecha y, ahora, de Vox.






Un populismo de derechas al que, sin embargo, no se le puede achacar ninguna conculcación de los derechos de sus adversarios. Y eso a pesar de que algunos de sus miembros han sufrido agresiones brutales del nacionalismo.


Es decir, un mal mensaje a mi modo de ver, un discurso que no comparto y que creo que puede evolucionar mal, pero no algo a denunciar como antidemocrático. No como el nacionalismo. O como apoyar a un nacionalismo extremo.




martes, 18 de diciembre de 2018

Democracia y respeto

Muy a menudo se olvida que la esencia de la democracia es el respeto. Lo que llaman derechos individuales.
 

Democracia no es hacer lo que quiera la mayoría, por mucho que esta deba influir,
no es mantener las costumbres, aunque las tengamos fuerte apego,
ni imponer nuestras creencias, por intensas que estas sean.

Y, como el respeto es difícil de practicar, ya que las sensibilidades son variadas y se puede agredir a alguien incluso sin ser consciente de ello... existe la ley.


No hay democracia sin respeto al individuo, ni respeto sin ley.



Respeto a los homosexuales, aunque sean minoría
Respeto a los que tienen una religión aunque no esta nos convenza.
Respeto de los que creen en una religión a los que no, aunque no vean satisfechos sus preceptos más esenciales.
Respeto del poderoso con quien no lo es. Y de quien no lo es con el poderoso...




Y el respeto al diferente es lo que nunca cumplen quienes manejan a la sociedad con fantasías emocionales. De ahí que las emociologías no suelan ser muy democráticas en el fondo. E incluso sea habitual que evolucionen hacia la coacción física a medio plazo, dejando de ser democráticas (véase el caso de Venezuela).





Por poner algunos ejemplos concretos:

- En España, un ejemplo bastante obvio es el del nacionalismo. Tanto derecho tiene un nacionalista a que le permitan vivir con sus costumbres como un no nacionalista a que no le impongan las costumbres nacionalistas.

Cumplir la ley, respetar la neutralidad del espacio común, no promocionar las lenguas locales desde el Estado (como no se promocionan las religiones)... están relacionados con derechos esenciales que los nacionalismos no suelen respetar.



- Las manipulaciones con lo políticamente correcto también suelen suponer un riesgo falta de respeto.
Son una especie de presiones del "qué dirán" globalizado. Y quizá sean la antesala de algo peor, de los populismos.





- Y, en general, es fácil caer en la falta de respeto cuando se opta por las respuestas agresivas.

Un ejemplo de hoy: conviene defender tanto el derecho de una mujer a no ser discriminada o maltratada, como el derecho de Woody Allen a no sufrir una condena por meras sospechas.




Emociologías: Tipos de respuesta



¿Conclusión?  Que, como diría Kiko Veneno...

está muy bien eso de la democracia,
yo me comprometo,
pero no me des un dulce como a un niño,
te estoy hablando de respeto.



Populismo (si somos un grupo oprimido... la agresividad está justificada)
Corrección (si el mensaje es feminista/ecológico/... no debe ser cuestionado)
Respuesta agresiva (si la situación es dramática... todo vale en respuesta)

Como diría Popper: el respeto en democracia y sus enemigos emocionales. :-)

jueves, 6 de diciembre de 2018

Extremismo y populismo en España. Responsables.

Continuando la entrada anterior, en la que analizaba las diferencias entre populismo y extremismo y su aplicación a la política española, daré un paso más. Analizando su estado actual y los responsables.


En España tradicionalmente teníamos dos populismos: uno de izquierda (IU) y otro nacionalista (PNV, CiU...).
Y un extremismo: el secesionismo (esencialmente HB-ETA), el único que incorporaba la coacción violenta.












Durante la etapa de Rajoy el secesionismo frenó en su extremismo. Por necesidad, que no por convicción, el renunció a la violencia física en el País Vasco. Volviendo al redil como un mero populismo con guiños extremistas. No convertido pero si contenido.





A cambio, el nacionalismo catalán se extremó y optó por la violencia de baja intensidad y el desacato a la ley. Lo que Rajoy aprovechó para que se desarrollase la respuesta al populismo nacionalista catalán, a la imposición catalanista. No era mala opción si el resto de fuerzas constitucionalistas hubiesen acompañado.




Ya fuera de la influencia de Rajoy, no generado por él, durante su etapa también se incorporó otro populismo, el de derechas. Y el populismo de izquierda amagó volverse extremo con Iglesias. Veamos quienes fueron sus responsables.


El PSC y Sánchez, el candidato de Iceta como antes Zapatero fue el candidato de Maragall, son los responsables de que el populismo de izquierda y nacionalista catalán se extremasen. Al dejarles claro que, hiciesen lo que hiciesen, les ofrecerían después una salida sin coste.





Siendo especialmente evidente la responsabilidad del PSC respecto del nacionalismo. Ya que es una estrategia aplicada durante ya décadas, demasiado repetida para que no resulte evidente.



Y eso a pesar de la resistencia de una parte del PSOE que intentó mantenerse como una izquierda honesta. No santa, que nadie lo es, pero sí claramente no populista. Un PSOE socialdemócrata como el que en su día intentaron liderar Rosa Díez, Bono o Susana Díaz.




 

Por otro lado, a la derecha la han radicalizado los medios de derecha. Que en su lucha de poder contra Rajoy no dudaron de tirar de distorsiones populistas.


Y Cs, a quien, aunque nació para defender los valores democráticos desde la izquierda cuando el PSOE de Zapatero los pervertía,




le pudo la ambición y decidió aprovechar la campaña de los medios. Sumándose a la campaña e intentando aprovechar el viento mediático para sustituir al PP.




miércoles, 5 de diciembre de 2018

Extremismo y populismo en España


¿Es lo mismo un partido extremista que uno populista? 
¿Son lo mismo la extrema derecha o izquierda que el populismo?

Sin ser algo que esté nítidamente definido, yo creo que es claro que no.

Un partido populista es un partido con un discurso frentista, emocional y adictivo. Un partido que divide y enfrenta a la sociedad a partir de alguna faceta (nivel económico, lengua, bandera, religión...).




El populismo es la manipulación con historias de ilusión, indignación y supremacismo. Un tipo de demagogia que siempre incorpora alguna pretensión de superioridad (racial, cultural, ética...)



¿Y un partido extremista? La extrema derecha o izquierda sería eso mismo pero con un paso más: la justificación y uso de la violencia.


Un ejemplo de definición encontrada en la web (http://monografias.com ):

extrema derecha se emplea en política para describir a personas o grupos que apoyan las posiciones de la derecha política, defendiendo de forma violenta sus ideas o siendo partidarios del uso de estos medios.


Por lo tanto un partido populista sería otra cosa. Un partido manipulador pero no necesariamente violento. Todo partido extremista es populista pero no todo populismo es extremista.

Aunque no sea raro que los partidos populistas deriven en violentos a medida que consiguen poder, como ha ocurrido en Venezuela, creo que es importante tener clara la diferencia. Trump o el UKIP  pueden tener discursos con facetas populistas y es evidente que no son extremistas, no utilizan la violencia contra sus contrincantes.


Algunos ejemplos de la importancia de diferenciar entre populismo y extremismo:

 1) No es lo mismo un criminal que una persona violenta de la que sospechamos podría llegar a cometer un crimen. Uno merece la cárcel, el otro no. Con los partidos ocurriría lo mismo. Tiene sentido arrinconar (cordón sanitario) a un partido extremo, que coacciona, defiende o aprovecha la coacción para sacar adelante estrategias que si ella encontrarían oposición. Pero es exagerado e incluso injusto arrinconar a un partido populista, por mucho que nos pueda desagradar.

 2) Los partidos extremos siempre intentan justificarse acusando a sus contrincantes se serlo también. Por lo tanto, confundir ambos términos es facilitar la estrategia de los violentos. Es relativizar la importancia de la violencia.

 3) La confusión entre extremistas y populistas permite en la práctica, a todo el arco de partidos políticos, tanto exculpar a los violentos, resaltando tan sólo su faceta populista, como satanizar a sus adversarios, asignándolos la etiqueta de extremistas. Una confusión que manejada desde el interés partidista esta en la base de la tergiversación de la historia de ETA, de lo que se denomina equidistancia o de la teoría del conflicto. Primero se iguala y luego se diferencia cargando las tintas contra el adversario, no contra quien lo merece.




Vayamos a qué tenemos en España.

Vox es un partido claramente populista. De bandos enfrentados y discurso épico victimista. Pero no se le conoce ni violencia ni justificación de esta. Es decir, es fácil considerar que Vox es un partido populista de derechas, algo nuevo en la escena española. Pero no extremista, por mucho que algunos nos quieran confundir recordando los extremismos de derecha de la Guerra Civil o del franquismo.




Podemos, aun incorporando una cierta violencia (escraches, lazos fundacionales con Venezuela...), también es básicamente populista de izquierdas


Con algunos ramalazos extremos y ocasionales justificaciones de la violencia, Podemos a día de hoy no pasa de ser un partido populista. No creo que se pueda decir que apoyan o aprovechen la coacción violenta.
Un ejemplo de lo que sería este coqueteo con la violencia, un no rechazamos la violencias pero no la recomendamos.


 


Nos quedan los partidos nacionalistas. Y ahí sí que se ve violencia y coacción física. Los asesinatos de ETA no son simple criminalidad, son una forma de coacción brutal y efectiva de toda la sociedad. Y los partidos nacionalistas, que siempre han aprovechado esa intimidación para marcar y dominar el territorio, mantienen esa estrategia. Con disimulo, claro, ya que es ilegal, pero con clara eficacia.
Un ejemplo: al pasear por el País Vasco no se ve ni una sola bandera de España ¿no hay nadie que quisiese colgarla de su balcón? Es obvio que no, alguno habría, lo que hay es miedo.

Las brutales agresiones de Alsasua y el posterior apoyo a los agresores de los partidos nacionalistas son un claro indicio de que esa presión sigue. O una noticia de hoy mismo:



¿Conclusión? En el nacionalismo sí hay extremismo. No todos lo practican de manera activa, pero el nacionalismo no sólo despliega un mensaje populista que divide y enfrenta la sociedad. 



Sino que además se justifican los actos de violencia, se relativizan equiparándolos a una supuesta violencia opuesta del Estado y se aprovecha en la práctica la coacción que sufre la población no nacionalista.


No pretendo decir que todos los partidos nacionalistas sean extremistas. Puede ser cuestionable en los casos de partidos como el PNV, que despliegan la demagogia de la equidistancia y, aunque aprovechan claramente los efectos de la coacción, no la promueven. Pero algunos, como Bildu, sin duda son nacionalismo extremo.  

Y no lo eran los partidos nacionalistas catalanes. Al menos hasta el Procés, ya que este que ha incorporado, por mucho que sus protagonistas intenten negarlo, facetas de violencia e intimidación física y de utilización partidista de la coacción del Estado desde las administraciones controladas por el nacionalismo.




/***/


P.S1: (5 dic 2018) Esta confusión entre populistas y extremistas facilita que Sánchez se apoye en partidos que están en una estrategia extrema (un golpe de Estado lo es, claro) y a la vez acuse de franquista (extremista) a su oposición.
O para que Cs acuse al PP de hacer lo mismo que el PSOE puesto que colaboró con el PNV al fijar el Cupo.