viernes, 1 de junio de 2018

Rajoy, dos errores y una carencia

Vaya por delante mi reconocimiento a Rajoy. Creo que el mejor presidente que hemos tenido. Con diferencia.

El primero con un objetivo claro y prioritario de servicio público:
 - acabar con ETA
 - recuperar la economía y el empleo
 - arreglar problemas enquistados como los de las Cajas y Eléctricas
 - enfrentar el nacionalismo sin cesiones ni frentismos
 - respetar las instituciones y las reglas de juego
 - ...

Un gobierno no emociológico y constructivo. ¡Se dice pronto!

Algunos enlaces de reconocimiento a su labor:











Dicho esto, hagamos un poco de crítica desde el punto de vista de las emociologías.


Durante la etapa de Rajoy hay dos facetas en las que ha remado en sentido contrario a la higiene emociológica. Dos errores (lenguas locales y limitación de mandatos) y una carencia (discurso emociológico)

1- Las lenguas locales

En este aspecto ha realizado un buen planteamiento de defensa del derecho a utilizar el español, que está siendo arrinconado en Cataluña. No ha sido muy eficaz, es cierto, pero la orientación era correcta.

No así el planteamiento respecto de las lenguas locales, que siguen siendo promocionadas en las CC.AA. Un error desde el punto de vista de las emociologías ya que se basa en un criterio multiculturalista (prima culturas frente a individuos) y refuerza las marcas de separación entre colectivos.

El objetivo final era saludable: que al hablar todos las dos lenguas, no sirvan para diferenciar y hacer bandos. Pero es un criterio erróneo a mi modo de ver. No funciona. Por su base multiculturalista y su refuerzo a de la diferenciación entre Comunidades Autónomas. Una diferenciación que en la práctica refuerza los nacionalismos aunque se quiera evitar.




Podríamos decir que no ha sido consciente de la primera ley de las emociologías.




2- Limitación de mandatos

Esto hubiese podido considerarse una carencia pero, dado que la cuestión estaba planteada oficialmente por Ciudadanos, creo que es en realidad un error. Algo que Rajoy ha bloqueado perjudicialmente.

El límite de mandatos parte de la idea emociológica de que todos somos vulnerables a la manipulación emocional. Lo que obliga a tomar protecciones que eviten que un manipulador pueda hacerse fuerte en el poder. Algo que hemos visto últimamente en Rusia, Turquía, Venezuela... 

No es una cuestión menor. Los manipuladores se asientan firmemente en el poder, dominan el entorno mediático y, una vez la resistencia se ha debilitado, acaban imponiendo su control mediante la coacción física, mediante la fuerza.

Eso, aparte de las múltiples ventajas higiénicas en el día a día de la democracia. 




 

3- Discurso emociológico

Esto último no puede considerarse un error, ya que la idea de las emociologías en nueva y nadie la incorpora a su discurso (de hecho, es sólo mía)

Rajoy, como líder político, la principal crítica que recibía era la de no hacer política. Entendido esto como que no incorporaba un discurso movilizador. No calentaba y unía emocionalmente a su electorado.

Esto es así porque es un gobernante excepcionalmente limpio de emociologías, no manipulador. No ha cultivado emociones frentistas ni ocultado sus estrategias tras montones de demagogia. Y su respuesta frente a los problemas ha sido asertiva: desmontar los engaños, no ceder a las presiones... y hacerlo de forma no agresiva.

¿Qué le ha faltado? Le ha faltado explicarlo. Ser un líder no manipulador es algo grande, es lo que permite tranquilizar a la sociedad y enfocar en el trabajo constructivo. ¡Es lo que a todo líder se le debería exigir! ¡por el bien común!
Y sin embargo es algo muy poco habitual.  Excepcional.

El discurso podría haber sido:
 -  Rajoy no es perfecto... pero es el mejor presidente que hemos tenido.
 - ¿Por sus resultados?
 - Sí, pero no sólo, estos vienen de algún sitio.
 - ¿De dónde?

 - De que no siembra cizaña ni cede ante quienes lo hacen.
 - ¿Y por qué el resto no lo hacen?
  - Porque para los políticos es muy difícil desligarse del qué dirán. De la opinión pública inmediata. Y acaban, así, gobernando desde la demagogia.

Pero claro, este tipo de discurso no ha llegado aún a la vida política. Es nuevo.
Siempre ha existido gente emociológicamente sana, buenos gobernantes como Rajoy, pero no un discurso que los caracterice ideológicamente.

Lo dije hace mucho y lo repito. Rajoy debía haber leído mi libro e incorporado esa idea a su discurso: Rajoy, el líder no demagogo, el presidente constructivo, que une en vez de enfrentar.




  

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