martes, 9 de octubre de 2018

Sánchez, Borrell y la rana hervida


Sorprenderse a día de hoy ante la falta de escrúpulos de Sánchez tiene sin duda un punto de teatralidad poco creíble.



En las primarias del PSOE, Sánchez sólo ofrecía una cosa: hacer lo que al resto impedían los escrúpulos, unirse con populistas y nacionalistas. Una posibilidad de matemáticamente obvia pero tan destructiva que ya había provocado meses antes algo tan inusual como que el mismísimo Comité Federal del PSOE se pusiese en evidencia intentando evitarlo. Y la falta de escrúpulos que Sánchez incluso lo coronó con el intento de pucherazo en el Comité.

Desde ese inicio es obvio el tipo de líder que es. Se define en esa línea y probablemente ya no la cambie. Es quien hará lo que sea por el poder.

Y también se vio el cómo lo haría: disimulando, negando lo que hace mientras lo hace.

No pactaremos con el populismo (Sánchez), no aceptaremos una moción de censura apoyada por ERC y PDECAT (Ábalos). Al estilo Mars Attacks.




 Mars Attacks: no huyáis, somos vuestros amigos


Pero el problema de Sánchez no son las falsedades en el CV , su manera de acceder al poder o, incluso, lo que pueda llegar a hacer.
El problema con Sánchez es lo que ya está haciendo:
 

  1- Entregar RTVE, el principal instrumento de generación de opinión pública del Estado, a Podemos, un partido populista;

  2- dar cobertura al nacionalismo facilitándole no que rompa España, claro, sino que se mantengan dominantes en sus CC.AA. (permisividad ante los incumplimientos de la ley, confusión conceptual con el término nación, cesión de competencias, cobertura mediática, protección en Europa, potenciación de las lenguas locales... los mil y un apoyos sin los cuales el nacionalismo no sobreviviría a medio plazo);

  3- Obstruir por partidismo la marcha económica;

  4- Colonizar las instituciones;

  ...


Es la famosa estrategia de la rana hervida. Si enfrentas a la rana a agua hirviendo, esta reacciona; salta y huye. Pero si la pones en agua tibia y vas calentando poco a poco... no reacciona y para cuando quiere salir ya no puede y acaba cocida.
Pues el electorado español somos la rana.



Un ejemplo actual. Dos noticias de hoy mismo, el mismo día:





Borrell hace un gesto contra el nacionalismo




El PSOE apoya de forma práctica al nacionalismo


¿Se ve la estrategia? El PSOE irá dando cobertura práctica al nacionalismo mientras utiliza los gestos de socialistas como Borrell para disimularlo. Para que no haya reacción en el electorado.

¿La prueba del algodón? El nacionalismo apoya y seguirá apoyando a Sánchez ¿alguien cree que lo harían si no les resultase ventajoso?


Por eso los gestos amables y aparentemente constructivos de los Borrell son tan peligrosos como los apoyos prácticos al nacionalismo. Porque no hay uno sin lo otro.
Quien vaya a elogiar un gesto de Borrell debería antes fiscalizar que otras cosas está haciendo el Gobierno del que forma parte. O estaremos cayendo en la clásica trampa del poli bueno y el poli malo: quedarnos en los gestos tranquilizadores del poli bueno que hacen que aceptemos las presiones del poli malo.
Esto no va de personas. Con todos los respetos, no tiene demasiada importancia saber si Borrell actúa o no de buena voluntad. Esto va de estrategias. Por utilizar un nuevo símil, que sean galgos o podencos es indiferente si al final te comen. Y esta estrategia acaba dando cobertura al nacionalismo y desbaratando la reacción.


Seamos claros.
El problema nacionalista lleva 40 años en España y parece irresoluble no porque sea una ideología irremediablemente exitosa. De hecho no triunfa en la mayoría de los países. Es una planta que necesita ser regada para crecer.


El problema parece irresoluble porque el PSOE lo mantiene vivo. Y es imposible apagar un fuego si a la vez se alimenta.

Pronto vendrá toda un tropel de intelectuales afines a la izquierda a repetirnos que al nacionalismo se le vence cediendo (nación, lengua, competencias, permisividad...) Espero esta vez ya no cuele y dejemos de alimentarlo.


Es lo que en mi teoría de las "Emociologías" denomino la respuesta pasiva, frente a la respuesta correcta, la asertiva, que por ejemplo aplicaba Rajoy.
No es que desde la dirección del PSOE de mantenga esta posición por debilidad, claro, lo realiza por interés. Pero lo argumenta como la necesidad de una respuesta sumisa, algo que siempre consigue una cierta aceptación social y apoyo del mundo intelectual, habitualmente contrario a las respuestas agresivas.



Es fácil de entender:

¿Por qué hay fuertes partidos nacionalistas?
¿Por qué hay un populismo de izquierdas con gran implantación?
¿Por qué en cambio no hay un partido populista de derechas fuerte?
Porque el PSOE ha regado y el PP no.


¿155? ¿Cerrar TV3? ¿Recentralizar las competencias de educación?...
Ni funcionarían ni son imprescindibles. Basta con que el PSOE deje de apoyar al nacionalismo. Y no acabará mientras no lo haga.




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