jueves, 23 de agosto de 2018

Franco y Arana, lancear a un muerto y excusar al vivo


Tengo 53 años, diez más que la media de edad española, y no recuerdo la vida bajo Franco.
Cuando él murió tenía yo diez años. A esa edad la política no existe y el adoctrinamiento debía haber decaído ya mucho. Así que no digamos lo lejos que debe de estar para la media española actual, que nacía justo ese 1975.

En el colegio, en Bilbao, jamás canté el 'Cara al sol' pero sí aprendí el 'Eusko gudariak', no menos partidista y guerrero. Es decir, las doctrinas políticas que se desplegaban sobre la sociedad ya eran otras. Al menos en País Vasco.

Los únicos asesinatos políticos que conocí eran nacionalistas, de ETA. Muchos y con intención terrorista, es decir, el mismo objetivo totalitario de amedrentar a la sociedad para
someterla a una ideología.

Una sociedad donde había adoctrinamiento y marcado del territorio. Pero no franquista.

Viví el euskera como una obligación más, un idioma que nadie conocía ni necesitaba pero que debía imponerse sin cuestionar.
Los nombres de los pueblos se cambiaban para que sonasen nacionalista.
Las calles pasaron de Avenida José Antonio (que no sabía quién era) a Avenida Sabino Arana (imposible no saberlo)
Un entorno inundado de ikurriñas, lauburus y pintadas, en el que lucir una bandera de España hubiese dado miedo; de hecho nadie se atrevía ni atreve a hacerlo.

Así que pienso ¿en serio necesita la sociedad liberarse del recuerdo de Franco? ¿no tendría más sentido liberarse de la obsesión nacionalista?

Preguntas retóricas, claro. Todo esto lo que realmente parece es un cuento. Una interesada interesada y partidista posverdad, que dirían ahora.


 


Caldear el ambiente con Franco es lanzada a moro muerto. Busca los beneficios de simular valentía pero sin los riesgos y contraindicaciones de enfrentarse a un verdadero enemigo. No es como meterse con el nacionalismo o el populismo de izquierda, algo que haría al PSOE perder el Gobierno.


Así que no creo que tenga sentido darle muchas más vueltas a esta nueva temporada de antifranquismo. No es más que un prejuicio alimentado por interés político. Lo que yo denominaría una emociología de corte políticamente correcto.



 Un cuento con el que alguno partidos políticos distraen la atención, haciendo que la sociedad se centre en la propaganda en vez de en las tareas prácticas que deben realizar los profesionales de la política. Una emociología más con la que intentar separar, enfrentar y cautivar la atención de la sociedad. Propaganda frentista.


Aprovechando el humor J.M. Nieto, esto va más de Frankonstein que de Franco.




Un prejuicio que es utilizado en la práctica para reforzar las verdaderas pulsiones totalitarias de hoy día. Las que no son un cuento.


domingo, 5 de agosto de 2018

Buenismo e irresponsabilidad


Como describo en “Emociologías”, hay quienes ven la política no tanto como un servicio público sino como un juego de manipulación de la sociedad para acceder al poder. Siempre dispuestos a romper la sociedad en bandos opuestos para obtener como rédito el liderazgo cerrado en uno de estos grupos.

 



Una forma de manipulación harto conocida en política.
 




Una visión de la política como un “Juego de tronos” que tanto gusta a algunos, que se presentan como bondadosos mientras en realidad despliegan un buenismo polarizador y destructivo. Fácilmente reconocible por estas dos mismas facetas. La ausencia de resultados prácticos e ir acompañado de una agresiva descalificación del contrincante como radicalmente diferente y “malo”.

 

Dando esto por conocido, me gustaría dar un paso más y valorarlo en términos de responsabilidad. O, más bien, puesto que esta estrategia nunca es constructiva, en grados de irresponsabilidad.


Cuando Sánchez, con el acto unilateral y meramente simbólico del Aquarius, incorpora la inmigración a la primera línea de la actualidad política ¿está produciendo algún beneficio global en el tratamiento de este problema tan grave? Creo que es claro que no. Básicamente realiza una exhibición puntual de los buenos sentimientos que adornan a su partido y lo acompaña de repetidas descalificaciones contra el PP, sobre quien lanza la sospecha de xenofobia. Es decir, una estrategia de división de la sociedad buenismo/xenofobia.

Pero hay temas con las que no se debería jugar. Hay temas con los que este tipo de estrategia no sólo no es fea, sino que además es de una tremenda irresponsabilidad.

Como cuando se utiliza con las víctimas del terrorismo, que ahora verán cómo se acerca a criminales que no han rectificado al lugar donde mandan los suyos. Donde recibirán homenajes mientras quienes sufrieron su violencia son arrinconados (como se ha visto hace poco en Alsasua). Disfrazándolo con el ropaje de un buenismo conciliador, se facilitará al nacionalismo más brutal e insensible la realización una demostración de dominio, que marque el territorio.

O con la gente que no consigue salir del paro, que vive de una pensión minúscula o que, en general, se encuentra en una situación económicamente difícil. Que verán cómo se simula una sensibilidad social que se niega al contrincante de derechas para luego, con beneficio partidista de corto plazo, erosionar la economía con impuestos y lastrar el futuro de todos aumentando un déficit/deuda ya inmensos.

Seamos claros, hay muchas otras cosas que se pueden hacer mal desde la política pero que al menos no son tan dramáticas. Como sembrar la discordia promocionando las lenguas locales como enfrentadas al español (con destructivo criterio multiculturalista). Algo de evidente uso político, no una cuestión lingüística o cultural que a casi nadie interesaría.
O arrinconar aún más a los pobres vascos y catalanes no nacionalistas, que ya llevan más de una generación de irrespetuosos y machacones gobiernos nacionalistas. Donde los menores de 40 casi no han conocido otra cosa que una doctrina nacionalista obsesiva.
En general son innumerables los temas con los que enfrentar a la gente y que al menos no son tan dramáticos.


Soy consciente, claro, que artículos como este tan solo pueden servir para que lo entendamos un poco mejor quienes ya vemos la estrategia. Que la respuesta del “y tú más” es demasiado fácil de realizar y funciona a la perfección una vez la sociedad está alineada en bandos izquierda/derecha. Que no servirá para convencer o abrir lo ojos a nadie que no esté previamente convencido.


Así que yo tan sólo recordaría, a quienes quieran pensarlo fríamente, que el anterior gobierno no utilizó la inmigración contra la oposición. No utilizó a los terroristas presos en el debate político. Y, aunque claramente acusó repetidamente a su oposición de malhacer en cuestiones económicas, sus logros son incuestionables en términos de empleo y crecimiento.


Eso mismo le pediría al gobierno actual. El ideal sería que no llevase a cabo estrategias de buenismo que siempre van acompañadas de la descalificación de contrario y ausencia de resultados prácticos. Pero que, si no queda más remedio… al menos tenga una mínima responsabilidad a la hora de elegir con qué temas va a polarizar y enfrentar a la sociedad.