lunes, 10 de febrero de 2014

Política y Cine: Publicidad o Gestión

A mi no me extraña que Wert no fuese a la gala de los Goya. Después de los repetidos feos que le hicieron la vez anterior.


Los partidos políticos son empresas dedicadas a la obtención y gestión del poder. Como tal tienen una función, gestionar para la prosperidad de la población. Y también una estrategia de marketing y publicidad, para conseguir mando, hacer negocio. De la gestión no diré nada ahora pero la publicidad es habitualmente muy engañosa.

Nuestros amigos del cine, como buenos artistas, se sienten más cercanos a la publicidad que a la gestión. Se pirran por las palabras grandilocuentes (Paz, Convivencia, Igualdad, Generosidad, Perdón, Identidad...), las aventuras (revolución, fantasía, imposibles admirables...), los sentimientos (agravios, penas, ilusiones, dolor...) y en general por los iconos.

Eso hace que no sea raro que favorezcan lo peor de la política.
Simpatiquísimos con un Zapatero que se cargó el país con su gestión pero que ponía cara y tono de bueno y era atrevido con las palabras vaporosas y sensibles. Ilusionantes, como diría Ibarretxe.
Críticos y un punto maleducados con un PP que gestiona el salir de la crisis pero no tiene encanto publicitario. Al contrario, les fríe a impuestos, como a todos, para impedir un mal peor como era el rescate.


Esta afinidad por la publicidad se da incluso con las situaciones más extremas. Pueden llagar a empatizar con dictadores si tienen una utopía detrás. Y no es necesario irse a paraísos caribeños para encontrar ejemplos.

En el País Vasco, tras más de 850 asesinatos de ETA. Con una sociedad dirigida por unos partidos mayoritarios de ideología esencialista y poco respetuosos con las minorías. Unos partidos que han marcado su territorio hasta el punto de cambiar el idioma y todos los topónimos, haciendo a la gente vivir en el rechazo oficial del país en el que están. Una sociedad en la que, después de 40 años de esto, a quien se ve manifestarse por la calle, el "dueño de la calle", es al grupo mayoritario y gobernante, paseando junto a criminales que, casualmente, también resultan ser nacionalistas.

¿Qué ve ahí el mundo del cine? Nada. Porque vive ajeno a esa realidad como lo hace a la gestión práctica. La campaña de publicidad nacionalista puede hasta molar si cierras los ojos a la realidad brutal que hay por debajo. Un Pueblo milenario que desafía al mundo en un valeroso intento de sencillamente encontrarse a si mismo, buscando su Identidad oprimida durante siglos... pufff, se acabó el minuto de publicidad..



Yo... casi... con Wert. Y a no mezclar, al cine lo que es del cine y a la política lo de la política. Uno a buscar ilusiones, el otro a ejecutar acciones prácticas, contrastadas. Que luego hay cine español muy bueno.

2 comentarios:

  1. Conversación oida a tres niñas de unos doce años en Getxo (o Guecho, como escribíamos antes):
    Y ese amigo tuyo, ¿de dónde es?
    De Madrid.
    Ah, facha.

    Así funciona Euskadi, después de tantos años de ikastolas.

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  2. Sí, la propaganda sobre los niños es especialmente desmoralizante.

    Por ligarlo con el cine, yo casi pienso que mejor que no traten el tema. Que lo mismo se acababa haciendo lo mismo pero por el otro lado. Pero tengo que admitir que cuando veo películas denunciando los excesos de la religión en la escuela, lo pienso. Como un tema sí se trata habitualmente y el otro no.

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