martes, 14 de abril de 2020

Emos de campaña y de gobierno y el caso de España




Hay políticos que despliegan emociologías (distorsiones frentistas) durante las campañas electorales. Para activar al electorado. Para captar su atención y movilizarlo como si se tratase de una hinchada deportiva. Pero que luego, cuando gobiernan, se centran en la labor de estado.  

Estas emociologías además fidelizan los electorados, como ocurre en el deporte. Poca gente cambia de equipo de fútbol. Con lo que en política aportan una cierta estabilidad al sistema de partidos.

Podríamos llamarlas emociologías de campaña o de partido. E imagino que no son muy dañinas mientras se mantengan ahí, en la campaña, y se genere un rechazo general en caso de que un político intente utilizarlas fuera de ese periodo. Pero para lo que se precisan unos medios de comunicación saludables, que incluyan entre sus automatismos de control a la clase política la denuncia de uso de emociologías fuera de campaña, lo hagan políticos afines o contrincantes. Vivir permanente con los excesos de campaña es insano para la sociedad.

/*/


Sin embargo hay otros políticos que despliegan de manera permanente las emociologías. Buscando una división y enfrentamiento social real, permanente. Sería el caso de los nacionalismos en España, en permanente campaña contra Madrid y lo español.

Una estrategia que busca una separación y enfrentamiento reales. Que hace que cuando rotulan las carreteras o los espacios públicos se priorice lo que diferencia, y se escriba en vascuence aunque la mitad de la propia ciudadanía vasca no hable ese idioma. Una estrategia que marca el territorio dejando claro que sólo la simbología excluyente es aceptada. Que politiza la educación, el deporte, los medios de comunicación... Que lanza desde el propio gobierno campañas de tensión política permanente, como fueron el Plan Ibarretxe o el Procés.

Este tipo de emociologías son las realmente problemáticas. Podríamos llamarlas emociologías de gobierno o emociologías a secas. Ya que son las que realmente separan y enfrentan, no lo simulan como se simula el enfrentamiento en el deporte. Y son realmente destructivas para una sociedad.

Podríamos usar el símil: una emociología de campaña es como una competición deportiva, con un enfrentamiento casi ritual, simbólico. Una emociología de gobierno es como una guerra, y no es raro que acabe generando verdaderas agresiones (terrorismo, dictaduras...)

/*/

En España, la Transición consistió en un pacto entre los partidos políticos. Comprometiéndose a aceptar un marco de juego que desterrase el enfrentamiento que dio lugar a la Guerra Civil. Un pacto de convivencia democrática entre derecha, izquierda y nacionalistas.
Es decir, el pacto de la Transición, en su espíritu, incluía cesiones de todos a cambio de buscar la concordia. Aunque no se enunciase así, su valor era el compromiso de todos a no desplegar emociologías de gobierno.

Ese pacto nunca se cumplió en su espíritu por parte de los partidos nacionalistas, que continuaron desplegando su emociología. Una emociología tan real como que durante décadas la manipulación emocional de la sociedad estuvo acompañada de coacción física (ETA, Terra Lliure...). 

Y ese pacto se empezó a romper por parte de la izquierda con Zapatero. Que arrastró a su partido a una estrategia de permanente campaña. A una emociología de gobierno, utilizando la llamada Memoria Histórica, el feminismo y las libertades sexuales, el filonacionalismo... temas utilizados según una estrategia de división de la sociedad, no de evolución. Temas con los que se manipula buscando arrinconar al contrincante, no incorporarlo para mejorar la sociedad.

Y esa es la estrategia que retomó para el PSOE Sánchez. De ahí sus alianzas con Podemos y los partidos nacionalistas, claramente emociológicos, populistas. Y un ejemplo muy simbólico serían las marchas del 8M, en las que se expulsó a los participantes de Ciudadanos: no se buscaba transformar la sociedad, sino dividirla y arrinconar a la mitad.

En la derecha no se ha producido aún ese tipo de perversión. Aunque con Vox podría existir un riesgo, ya que su discurso tiende al populismo y no está claro que fuese capaz de renunciar a él una vez en el gobierno. Hay dinámicas que cuesta frenar, solo hay que fijarse la autodestrucción de CiU con Artur Mas. Es más fácil sacar la pasta del tubo dentífrico que meterla luego. Es más fácil arrancar campañas frentistas que frenarlas luego.

/*/

Por esto, mi opinión es que en España, a medio plazo, sería importante conseguir liberar al PSOE, recuperarlo a posiciones no emociológicas. Con lo que, con el tiempo, se podrían erradicar por completo las emociologías de gobierno. 

A corto plazo... imagino que es inevitable un cambio de gobierno. La situación se volverá insostenible y no veo cambio posible con Sánchez en el poder.

Imagino que o se consigue eso... o España no tiene futuro. Se fragmentará en perjuicio de todos. Perjuicio interno, por la erosión de la convivencia, y externo, por la pérdida de capacidad de influencia en la nueva Europa que se está creando.

/***/

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario