Hoy he visto en twitter dos enlaces a artículos antiguos de Juan Claudio de Ramón y me parece detectar cierta melancolía. Como si no fuese suficiente. Como si no fuese posible contrarrestar a la propaganda nacionalista:
La idea de España como valor Proponiendo propaganda positiva: Valor-vs-Nación, Tradición-vs-Identidad.
Un debate asimétrico Nacionalismo es manipulación -> hemos de 1-Desactivar mentiras, 2- Evitar sectarismo autodestructivo entre quienes se oponen, 3-Unir ofreciendo valores superiores, 4- abochornar al manipulador evidenciando sus maneras de hacer.
Creo que es porque falta atender una faceta importante: la permisividad; es imprescindible evitarla para tener opciones frente a un manipulador. Intentaré dar mi versión.
El nacionalismo vive de una propaganda constante. En la escuela, medios de comunicación, administraciones varias, eventos deportivos y culturales... Una propaganda de tipo emociológico, con sus dos facetas esenciales, exaltar las diferencias y enfrentar.
Necesita que esta propaganda sea continua. El manipulador pierde su fuerza si no puede sumergir a la sociedad en una propaganda omnipresente, que impida pensar fríamente. Los tambores emocionales deben sonar sin descanso. Este es en realidad su punto flaco: para desplegar esa propaganda necesita saltarse la ley. La propaganda constante es incompatible con la democracia, sólo es viable si hay una permisividad que lo posibilite.
Intentaré resumir las facetas que conveniente incluir a la hora de hacer frente a los partidos políticos manipuladores, a las emociologías frentistas en general:
- Diagnóstico compartido: se trata de que todos reconozcamos como manipulación lo que es manipulación (como indico en La faceta emocional del nacionalismo). Es imprescindible para que quienes se oponen puedan colaborar y no llevar a cabo estrategias excesivamente contradictorias.
Imagino que incluiría lo que Juan Claudio indicaba como abochornar al manipulador evidenciando la mezquindad de sus maneras, sus faltas al respeto.
- Desactivar mentiras (lo que yo a veces nombro como reestructuración cognitiva). Si su base es una propaganda con falsedades (inventando un pasado, encizañando con supuestos agravios, magnificando y minimizando...), mostrara la trampa es esencial (como Borrell desmontando la distorsión sobre las balanzas fiscales, perfecto).
Esto nos muestra también los riesgos. Por ejemplo, el peligro de las estrategias tipo "nación de naciones", que juegan a dar la razón poco a poco al manipulador (respuesta pasiva en Emociologías: Tipos de respuesta).
- Publicidad opuesta. Conviene cultivar emociones que contraponer, la política es también sentimientos. Pero no responder de la misma manera, no con lo que podríamos denominar una respuesta agresiva. Con publicidad no emociológica, no frentista (no, no creo que el "a por ellos" sea el camino).
Como sugiere Juan Claudio, utilizando patria como valor y no como símbolo separador. Y lo mismo con identidad, interpretándola como tradiciones, algo dinámico, cultural e integrador, no como una esencia estática y diferenciadora.
- Evitar sectarismo autodestructivo entre quienes se oponen al manipulador. No se trata de buscar uniformidad, es tan sólo no utilizar el tema nacionalista de forma distorsionada para la competición entre los partidos no nacionalistas. Esta faceta sectaria, partidista, es la que describo en Deconstruyendo el nacionalismo, previniendo frente al filonacionalismo y el antinacionalismo.
- Recordar el valor de la democracia. De la real, no de fantasías buenistas ni exageraciones utópicas. De la que habla de respeto a la ley, a las minorías, equilibrio de poderes...
Imagino que esto incluiría lo que Juan Claudio llamaba unir ofreciendo valores superiores.
- Evitar la permisividad. Por último y probablemente lo más importante. No permitir al manipulador ocupar todo el espacio público. Esto aplica a Educación, Medios de comunicación públicos, Administración, Estado (ley de banderas...), Deporte (¿más que un club?)... Sin ese ambiente obsesivo y monocolor, de propaganda constante, el manipulador no es nada.
Esto ha sido obstruido tradicionalmente desde el filonacionalismo, así que convendría desactivar también las distorsiones en las que se basa, el famoso "fábrica de independentistas" que acompaña a todo intento de frenar la permisividad.
Este aspecto es el que intenté resaltar en Un nacionalismo consentido.
Es decir, la respuesta acertada es la asertiva, y aplicarla incorporando los aspectos anteriores. Buscando la resolución a medio plazo, que cuando se trata de sosegar emociones las prisas no ayudan.
La idea de España como valor Proponiendo propaganda positiva: Valor-vs-Nación, Tradición-vs-Identidad.
Un debate asimétrico Nacionalismo es manipulación -> hemos de 1-Desactivar mentiras, 2- Evitar sectarismo autodestructivo entre quienes se oponen, 3-Unir ofreciendo valores superiores, 4- abochornar al manipulador evidenciando sus maneras de hacer.
Creo que es porque falta atender una faceta importante: la permisividad; es imprescindible evitarla para tener opciones frente a un manipulador. Intentaré dar mi versión.
El nacionalismo vive de una propaganda constante. En la escuela, medios de comunicación, administraciones varias, eventos deportivos y culturales... Una propaganda de tipo emociológico, con sus dos facetas esenciales, exaltar las diferencias y enfrentar.
Necesita que esta propaganda sea continua. El manipulador pierde su fuerza si no puede sumergir a la sociedad en una propaganda omnipresente, que impida pensar fríamente. Los tambores emocionales deben sonar sin descanso. Este es en realidad su punto flaco: para desplegar esa propaganda necesita saltarse la ley. La propaganda constante es incompatible con la democracia, sólo es viable si hay una permisividad que lo posibilite.
Intentaré resumir las facetas que conveniente incluir a la hora de hacer frente a los partidos políticos manipuladores, a las emociologías frentistas en general:
- Diagnóstico compartido: se trata de que todos reconozcamos como manipulación lo que es manipulación (como indico en La faceta emocional del nacionalismo). Es imprescindible para que quienes se oponen puedan colaborar y no llevar a cabo estrategias excesivamente contradictorias.
Imagino que incluiría lo que Juan Claudio indicaba como abochornar al manipulador evidenciando la mezquindad de sus maneras, sus faltas al respeto.
- Desactivar mentiras (lo que yo a veces nombro como reestructuración cognitiva). Si su base es una propaganda con falsedades (inventando un pasado, encizañando con supuestos agravios, magnificando y minimizando...), mostrara la trampa es esencial (como Borrell desmontando la distorsión sobre las balanzas fiscales, perfecto).
Esto nos muestra también los riesgos. Por ejemplo, el peligro de las estrategias tipo "nación de naciones", que juegan a dar la razón poco a poco al manipulador (respuesta pasiva en Emociologías: Tipos de respuesta).
- Publicidad opuesta. Conviene cultivar emociones que contraponer, la política es también sentimientos. Pero no responder de la misma manera, no con lo que podríamos denominar una respuesta agresiva. Con publicidad no emociológica, no frentista (no, no creo que el "a por ellos" sea el camino).
Como sugiere Juan Claudio, utilizando patria como valor y no como símbolo separador. Y lo mismo con identidad, interpretándola como tradiciones, algo dinámico, cultural e integrador, no como una esencia estática y diferenciadora.
- Evitar sectarismo autodestructivo entre quienes se oponen al manipulador. No se trata de buscar uniformidad, es tan sólo no utilizar el tema nacionalista de forma distorsionada para la competición entre los partidos no nacionalistas. Esta faceta sectaria, partidista, es la que describo en Deconstruyendo el nacionalismo, previniendo frente al filonacionalismo y el antinacionalismo.
- Recordar el valor de la democracia. De la real, no de fantasías buenistas ni exageraciones utópicas. De la que habla de respeto a la ley, a las minorías, equilibrio de poderes...
Imagino que esto incluiría lo que Juan Claudio llamaba unir ofreciendo valores superiores.
- Evitar la permisividad. Por último y probablemente lo más importante. No permitir al manipulador ocupar todo el espacio público. Esto aplica a Educación, Medios de comunicación públicos, Administración, Estado (ley de banderas...), Deporte (¿más que un club?)... Sin ese ambiente obsesivo y monocolor, de propaganda constante, el manipulador no es nada.
Esto ha sido obstruido tradicionalmente desde el filonacionalismo, así que convendría desactivar también las distorsiones en las que se basa, el famoso "fábrica de independentistas" que acompaña a todo intento de frenar la permisividad.
Este aspecto es el que intenté resaltar en Un nacionalismo consentido.
Es decir, la respuesta acertada es la asertiva, y aplicarla incorporando los aspectos anteriores. Buscando la resolución a medio plazo, que cuando se trata de sosegar emociones las prisas no ayudan.