Un acercamiemto psicológico a cómo funcionan las emociones en política.
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¿Harto de
ver cómo la política separa a la
ciudadanía en grupos para luego enfrentarlos, acumulando agravios y
fantasías?
Populismos de izquierda y derecha, nacionalismo, antinacionalismo, presiones de lo
políticamente correcto…
¿Cómo funcionan las corrientes que mueven a
la sociedad mediante sentimientos? Este libro propone analizarlas por
separado de las ideologías, empezando por asignarles una denominación
específica: emociologías.
Una
distinción necesaria porque los movimientos políticos basados en emociones
funcionan siguiendo sus propias reglas, distintas a las de las ideologías, unas
reglas que aún no conocemos bien y frente a las cuales no disponemos de precauciones
eficaces.
La ciencia
que estudia las emociones, la psicología cognitiva, puede proporcionarnos las
pautas de higiene social necesarias para preservar nuestra convivencia, para que la sociedad se autorregule. Reconocer la dinámica de la manipulación
emocional es el primer paso para encauzarla y contrarrestarla eficazmente.
ÍNDICE
Introducción 3I. Emociología, definición del concepto 9
Un cambio cultural 13
Viabilidad tecnológica 15
Tipos de emociologías 16
La confusión actual 17
II. Propuesta de tratamiento 19
Identificación de la emociología 21
Tipos de respuesta a la emociología 24
Respuesta agresiva 25
Respuesta pasiva o sumisa 26
Voluntarismo 28
Asertividad y reestructuración cognitiva 29
Contra la empatía 30
Palabras cargadas 31
III. Mapa de las emociologías españolas 33
IV. Ejemplos de uso 39
El proceso secesionista catalán 40
PSOE 44
V. Los medios de comunicación como fuerzas de manipulación 49
Mapa de medios 51
La ‘mediocracia’ 53
VI. Emociología y vulnerabilidad 57
El atentado del 11 de marzo de 2004 (11-M) 59
Trump, un choque entre lo políticamente correcto y la manipulación gruesa 61
VII. Otros temas afectados por las emociologías 65
El gobierno como servicio profesional 66
Democracia directa y destrucción de la democracia 71
Derecho a decidir o democracia 75
La intolerancia del multiculturalismo 80
VIII. Emociología en la vida interna de los partidos 85
Limitación de mandatos 85
Primarias en los partidos 87
Conductores al abismo 89
ANEXO: El origen de los emergentes 93
Basta ya 95
UPyD y Cs 97
15-M 98
VOX 99
INTRODUCCIÓN
¿Quién no está harto de
ver cómo políticos y periodistas manejan temas
que separan a la ciudadanía en grupos?
Ya sea tratando los
idiomas como un fin y no como una herramienta; presentando el nivel económico
como una línea divisoria, en lugar de una escalera social bidireccional;
invocando la nacionalidad como si el origen fuese una característica esencial
de la persona y no algo casual o tratando los signos y banderas como las
hinchadas deportivas, en lugar de como símbolo de los derechos y deberes de
ciudadanía.
Todo ello para luego enfrentar a estos grupos
desplegando una baraja de agravios y fantasías: el Estatuto, el 9-N, Bolinaga,
la Sanidad, las balanzas fiscales, no nos aprecian, no nos dejan ser como
somos, no nos respetan, nosotros tenemos estilo y ellos no, nos roban, nos
atacan, no son de los nuestros...
Una historia que se repite una y otra vez con sólo cambiar el sujeto y
las etiquetas:
el populismo/nacionalismo/islamismo/patrioterismo fomenta la división de la sociedad con el
discurso de un supuesto pueblo llano/vasco/musulmán/nacional inocente y sano que sufre la opresión de una casta/españoles/impíos/extranjeros que
se aprovecha de él, lo pervierte y lo desprecia.
Parece imposible que un discurso tan simple nos siga enganchando, pero así es. Igual que vemos una y otra vez una misma película de buenos y malos, con héroes y villanos que apenas cambian de vestuario y paisaje.
Repetimos con gusto nuestros
mantras entre afines, sintiendo las emociones activadas y las convicciones
reafirmadas. Y al mismo tiempo, sufrimos las consecuencias desagradables:
¿quién no ha visto a las familias evitar cuidadosamente los temas de política
para no acabar enfrentados padres, hijos y hermanos? Esto, por no hablar de las
repercusiones sociales, las toneladas de dinero y esfuerzo malgastados o
incluso utilizados en nuestra contra, no digamos ya el enorme dolor causado por
la violencia desatada en los casos más extremos.
¿Estamos descubriendo que
en política se manipulan las emociones? No, claro, la manipulación emocional de
masas es una constante en la historia. Siempre se ha utilizado y siempre ha
habido denuncias y reacciones frente a estas manipulaciones.
Pero, ¿se analiza específicamente el fenómeno de
la manipulación emocional? ¿Se le da la importancia que merece? ¿Se
contempla con criterios acordes a la psicología de las emociones? La realidad
es que no. Hay respuestas particulares a cada caso de manipulación, pero no se
estudia específicamente el factor manipulación, no hay una clasificación de las
principales manipulaciones desplegadas, no hay un análisis de su mecanismo
general en democracia.
El objetivo de este libro
es resaltar esta carencia: dar a la manipulación emocional la importancia
sustantiva que merece y mostrar las posibilidades que aporta al análisis
político añadir un enfoque acorde con la ciencia que la trata, la psicología
cognitiva.
La psicología cognitiva nos explica que las emociones surgen a partir de ideas. Que
una idea puede ser racional y buscar describir o explicar un fenómeno, pero
también puede ser emocional y buscar producir un sentimiento. Cuando el efecto
es negativo, a estas ideas se las denomina distorsiones cognitivas. Esto es así
hasta el punto de que las distorsiones son responsables de la mayor parte de
los estados emocionales.
Una persona puede sentirse
deprimida a pesar de encontrarse en una situación de bienestar material y otra,
en cambio, mantenerse alegre en una mala situación o incluso tras un hecho
dramático. ¿Qué diferencia hay entre ambas?: lo que se dicen a sí mismas. Las
distorsiones cognitivas.
Con las sociedades ocurre
algo similar. Su estado emocional no es consecuencia tanto de los hechos
concretos como de las ideas que circulan. Una sociedad puede ser próspera y
padecer el sentimiento de ser víctima, como también, a la inversa, puede hacer
frente a situaciones muy duras sin que su vida social se vea orientada al
padecimiento o el agravio. Todo dependerá de las ideas que circulen.
Pese a su enorme
influencia social, no hay una clasificación de las principales manipulaciones
desplegadas que haga visible el tablero de juego emocional, un mapa de las
distorsiones cognitivas que facilite su detección y prevención. Tanto es así
que he necesitado acuñar un nuevo término paralelo al de las ideologías, las “emociologías”, para caracterizar a las construcciones políticas basadas en la manipulación
emocional, basadas en distorsiones cognitivas.
Veamos algunos motivos
que justifican la conveniencia de incorporar este enfoque psicológico:
-
La falta de una caracterización específica de las emociologías permite a los
partidos políticos jugar un doble juego: definirse mediante una ideología respetable
y constructiva y desplegar simultáneamente una emociología frentista y radical
que aísle o demonice a su rival como a un enemigo.
-
No disponer de este enfoque sistemático de las emociones hace que cada persona
u organización tenga que improvisar su respuesta a las manipulaciones. No hay
un protocolo de respuesta mínimamente compartido o aceptado. Así, por ejemplo,
vemos frecuentemente enfrentarse a una emociología, por ejemplo la
nacionalista, cayendo en otra similar, pero de signo opuesto
(anti-nacionalismo) o bien apoyarse en ella para descolocar al adversario
(filo-nacionalismo). La sociedad sufre al final las tensiones derivadas de tres
emociologías en pugna.
-
Como no hay conciencia de su existencia, las emociologías siembran la cizaña en
las familias, enfrentando a sus miembros en conflictos conceptualmente pobres
por la falta de conocimientos específicos, pero emocionalmente intensos: sobre
las lenguas, las banderas, la economía, el calentamiento de la tierra, la
desigualdad... ¿Cómo es posible que semejantes epidemias de frentismo no se
diagnostiquen y prevengan?
Las emociones siempre han
tenido su función en la política como forma de agrupar y movilizar a la
sociedad. Y ahí seguirán. Pero han de ser atendidas y monitorizadas como
cualquier otra faceta importante, como se atiende a la propaganda en las
empresas, facilitando su análisis y evitando que la competencia derive en
prácticas destructivas o engañosas. A ello responde el concepto de las
emociologías.
Esta definición engloba hechos muy diferentes que conviene desgranar.
Es habitual que las ideologías se vean acompañadas de una emociología, pero ambas tienen su propia dinámica y requieren un análisis diferenciado. Una misma ideología, como el nacionalismo, puede dar lugar al despliegue de varias emociologías diferentes: nacionalista, secesionista, filo-nacionalista o anti-nacionalista. Y una misma emociología, como la anti-franquista, puede ser utilizada por distintas ideologías.
Veamos algunos ejemplos de emociologías:
I. Emociología, definición del concepto
Populismo, nacionalismo, anti-nacionalismo...
¿Se puede estar "colérico sin causa"?
Sí, basta con sembrar cizaña.
En ciencias
sociales se define la ideología como: “Un conjunto normativo de emociones, ideas y creencias
colectivas que son compatibles entre sí y están especialmente referidas a la
conducta social humana. Las ideologías describen y postulan modos de actuar
sobre la realidad colectiva, ya sea sobre el sistema general de la sociedad o
en uno o varios de sus sistemas específicos, como son el económico, social,
científico-tecnológico, político, cultural, moral, religioso, medio ambiental u
otros relacionados al bien común.
Las
ideologías suelen constar de dos componentes: una representación del sistema y
un programa de acción.” [wikipedia] [nota: aprovecharé las definiciones de la wikipedia ya
que suelen estar ampliamente aceptadas]
Esta definición engloba hechos muy diferentes que conviene desgranar.
Una
ideología puede estar basada en una creencia, como es el caso de las
religiones; en un argumento racional, como lo que tradicionalmente se ha
denominado ideologías (comunismo, etnicismo, liberalismo…); o en un sentimiento
colectivo. Esto llevaría a considerar tres tipos de ideologías según la faceta
predominante: ideologías religiosas, racionales y emocionales.
También podríamos diferenciar entre religiones e ideologías religiosas,
según pretendan o no regir la vida política y social. Una religión dejaría de
ser considerada ideología si se define explícitamente como opción personal,
aunque proponga cómo actuar en sociedad (no “sobre” la sociedad). Es una
frontera borrosa pero necesaria, pues la valoración de ambas es, a mi juicio,
totalmente distinta: respeto por la religión, pero prevención ante la
intolerancia que muy frecuentemente acompaña a las ideologías religiosas.
Asimismo, las facetas de tipo racional y emocional de las ideologías son
tan diferentes que conviene diferenciarlas explícitamente. Para ello, he
acuñado un término específico para identificar a las ideologías basadas
esencialmente en movilizar emociones: emociologías.
Emociología: estructura compleja y estable de
distorsiones cognitivas orientada a la movilización social y política mediante
la influencia emocional. Utilizada habitualmente de forma negativa para
promover el enfrentamiento de la ciudadanía en grupos a partir de algún
elemento diferenciador (lengua, nivel económico, origen...).
Las emociologías, en diminutivo emos, se distinguen de las
ideologías en que no llevan asociada una representación global del sistema ni
un programa de acción de gobierno diferenciado. Así como las ideologías tienen
como eje central el componente racional, las emos basan su funcionamiento en la
faceta emocional, quedando las creencias, las ideas e incluso la realidad
(posverdad) relegadas a un papel menor.
Es habitual que las ideologías se vean acompañadas de una emociología, pero ambas tienen su propia dinámica y requieren un análisis diferenciado. Una misma ideología, como el nacionalismo, puede dar lugar al despliegue de varias emociologías diferentes: nacionalista, secesionista, filo-nacionalista o anti-nacionalista. Y una misma emociología, como la anti-franquista, puede ser utilizada por distintas ideologías.
Veamos algunos ejemplos de emociologías:
Emos populistas de izquierdas:
algunas de sus distorsiones cognitivas pueden ser "los ricos o el IBEX nos
gobiernan en la sombra para su beneficio", "la casta es
corrupta"...
Emos populistas de derechas: "los inmigrantes están acabando con nuestros
valores esenciales"…
Emos nacionalistas: "España odia nuestra lengua
y quiere acabar con ella", "nos roban", "lo español es de mal
gusto", "solos nos irá mejor"...
Emos anti-nacionalistas: "quienes no responden a las
provocaciones nacionalistas con sus mismas maneras son cobardes o
colaboracionistas", "los nacionalistas siempre nos ganan",
"cualquier acercamiento a los nacionalistas es una traición"...
Emos
de lo políticamente correcto: “dudar del calentamiento global
es negacionismo”, “cuestionar una medida feminista es apoyar el machismo”...
Todo
esto no son ideas racionales. De hecho, serían indefendibles mediante la lógica
y no suelen tener ni siquiera un sujeto real, objetivamente definido. ¿Quién es
"los ricos"? ¿"la casta"? ¿"el pueblo"?
¿"España" y "los vascos" o “los catalanes” como actores?
¿Puede un "vasco" pasar a ser "español" si cae en
desgracia?
Son
ideas emocionales, prejuicios que se instalan en la ciudadanía, distorsiones
cognitivas de alto impacto emocional en torno a las cuales se articula un
sistema de afiliación emocional que posibilita la movilización social para
obtener beneficios políticos.
Analicemos
más detalladamente un ejemplo de emociología: no es lo mismo plantear que hay
aspectos en el reparto de los bienes que favorecen a los más pudientes y que
esto se puede modificar (una idea racional y discutible, como cualquier otra)
que enunciar que "los ricos roban al pueblo". Esto último establece
bandos (los ricos frente al pueblo: distorsión por etiquetación, quien me apoye
es 'pueblo', quien se oponga será enemigo del pueblo) y los enfrenta (enunciándolo
como agresión, “robo”, y añadiendo una distorsión por generalización: por
supuesto que hay gente con mucho dinero que roba, pero ni todos ni sólo quienes
tienen mucho dinero roban).
Un cambio cultural
Hay una faceta cultural o histórica en el
crecimiento de las emociologías.
Las religiones ofrecen una respuesta a la dureza del
destino humano: al dolor, la muerte, el miedo... una respuesta basada en
reforzar la convicción: cuando la realidad sea dura, hazte fuerte en tu fe.
Pero las religiones resultaron ser de utilidad también como ideología política,
tanto para el control social (Inquisición...) como para el enfrentamiento con
otras sociedades o países (Guerra Santa...).
Las ideologías, pertenecientes ya enteramente al
entorno de la política, surgen con el cuestionamiento de las religiones, tras
abrirse sus dogmas al debate público. No apelan a la convicción, sino a la
razón. Confían en imponerse porque su análisis les da razones para predominar:
por convocar al grupo social más numeroso (comunismo) o a una raza fruto de la
selección natural (nazismo), por la eficacia de sus mecanismos (liberalismo
económico) …
De nuevo, las ideologías resultaron eficaces como
herramientas de control social para adquirir y mantener el poder. Pero no
tuvieron el éxito total que preconizaban, pues son solo parcialmente eficaces
para la gestión social, ya que no hay regla que valga para todas las
situaciones.
Las emociologías tienen su eclosión tras el fracaso
de las ideologías. Desde un planteamiento posmoderno, renuncian a proponer un
modelo racional completo, eso ya falló. Llevando al límite el aforismo “en caso
de duda, sigue a tu corazón”, nos acercan a lo que actualmente se denomina
posverdad: “que la realidad no te estropee una buena historia”.
Agrupan más por estilos que por ideas estructuradas,
se asemejan a lo que en la música se denominaba tribus urbanas: rockeros,
punkis, mods, raperos...
Quien clama contra los ricos puede a su vez ser rico
o intentar conseguir buenos ingresos y una posición de influencia. Es como el
joven que sale de la mansión con los pantalones deshilachados de moda, no problem, mola. O como el nacionalista
que impone como exclusivamente propia una lengua que muy pocos hablan. ¿Qué
importa la realidad si la historia emociona?
Esto
es la posverdad, el predominio de las
emociologías, el regodeo en lo emocional con independencia de lo racional y de
la realidad misma. Como quien simpatiza con los mafiosos de las películas,
aunque nada le espantaría más que cruzarse con ellos fuera del cine. Algo muy
habitual en las artes, pero peligroso cuando se traslada a las facetas
prácticas de la vida social.
Viabilidad tecnológica
El despliegue masivo de
emociologías está posibilitado por unos medios de comunicación capaces de
ejercer influencia de forma casi ininterrumpida a lo largo del día.
Con la imprenta se pasó
de una iglesia y una escuela en cada pueblo a disponer de libros para la
propagación masiva de ideas. Con los medios de comunicación disponemos de una
radio y una televisión informándonos y entreteniéndonos en cada casa. La incorporación de los medios a nuestra
vida diaria es tan intensa que la manipulación emocional puede reforzarse
constantemente, sin vacíos.
Hoy se está avanzando un
paso más allá, y lo que antes se divulgaba a través de emisiones centralizadas
se multiplica ahora exponencialmente de forma multipolar y en tiempo real a
través de internet, en cada comentario y meme de las redes sociales que vibra
en el bolsillo de todo ciudadano. Ya no se precisa de una creencia sólida, como
las religiones, ni de un modelo racional, como las ideologías. Bastan cuatro
palabras bien trabadas sobre una sintaxis sentimental o un meme resultón.
Nuestro populista no sabe
de comunismo, al nacionalista no le interesa la historia ni cree en las razas y
nuestros islamistas son capaces de inmolarse tras sólo unas semanas de
captación por internet. Detrás no hay más que motivación emocional y
distorsiones, tal como las describe la psicología cognitiva.
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