La democracia es un gran sistema. Nunca antes se habían conseguido niveles como los actuales de libertad, seguridad o bienestar. Pero no es un sistema utópico que todo lo resuelva o a todo de derecho. Ni un sistema irrompible, que soporte cualquier acción.
Los tres pilares que la mantienen son: (De oca a oca... del conflicto al blog).
- La Ley
- El Equilibrio de Poderes
- El respeto a los Derechos Individuales
Si se rompe cualquiera de estos tres, el edificio democrático se derrumba. Aunque estén siempre viéndose erosionados, claro, así es la vida real, eso no significa que no haya que cuidarlos. No se puede renunciar a ellos, aceptar que dejen de ser predominantes.
Estos principios, por lo tanto, también marcan sus límites. Algo que a veces resulta difícil de aceptar a los idealistas.
El sometimiento a la ley ralentiza los cambios y permite constantes perversiones del espíritu de lo pactado (hecha la ley, hecha la trampa). El equilibro de poderes dificulta las acciones enérgicas e inmediatas. Los derechos individuales impiden a los colectivos mayoritarios hacer su completa voluntad, vestir a la sociedad a su gusto.
Por eso no es raro que los idealistas se vean a veces tentados tanto por sistemas dictatoriales (en Cuba la Igualdad se puede imponer por decreto ¿no es tentador?) como por democracias utópicas (por ejemplo una democracia directa en la que todo se pudiese decidir por mayoría y aplicarse de inmediato y sin limitaciones)
Es en esta variante de democracias utópicas donde engarzaría un supuesto Derecho a Decidir, el Derecho de Autodeterminación o como se le vaya llamando cada vez.
El derecho a decidir a la carta para empezar es engañoso, ya que presupone gran parte de lo que se pretende consultar. Da por hecha la soberanía de un grupo social concreto al otorgarle la capacidad de decisión. ¿Por qué el derecho a decidir lo habría de detentar Cataluña y no Barcelona, los Países Catalanes o lo que abarcase la antigua Corona de Aragón?
Pero eso no es para mí lo más importante. Lo esencial de la “democracia española” es el nombre, democracia. No el apellido, española. Por mucho que nos puedan molar a todos los apellidos. El derecho a decidir sería entonces un supuesto derecho a renunciar a lo esencial, a cumplir las reglas democráticas, para cambiar lo que no lo es, el apellido.
¿Se ha de aceptar que los partidos que lo quieran puedan convocar una consulta de disolución en el momento y en la zona que más les convenga, donde más probabilidades vean de ganar? ¿Allí donde gobiernan, por ejemplo, para así tener más capacidad de influencia sobre la población y el resultado de la consulta? Y ¿sobre qué población? ¿los nacidos en la zona? ¿los residentes en ese momento?
No parece tener mucho sentido, ya que haría enormemente frágiles las democracias. Dando aun más poder a los ya poderosos y manipuladores partidos políticos. De ahí que el derecho de autodeterminación solo tenga sentido práctico como tal en el caso de las colonias (y con cuidado).
Es decir, el derecho a decidir es consustancial a la democracia, claro. Pero como concepto que impregna la reglamentación vigente, no como derecho a llevar a la práctica cualquier decisión que se pueda ocurrir a un grupo, por mayoritario y dominante que sea.
¿No hay camino entonces para quienes quieren crear o cambiar países? ¿Por qué aquí no y en Quebec o Escocia sí?
Es sencillo en realidad. Quienes quieran conseguirlo tienen que convencer para cambiar las reglas y que éstas se lo permitan. No amenazar con incumplirlas ni manipularlo tratándolo como un agravio de derechos inalienables conculcados. En Quebec o Escocia se consulta porque se ha acordado por todos hacerlo. En Cataluña, Bretaña, Flandes, Gales o Padania no, porque no se ha acordado.
Yo en principio no soy partidario de las estrategias políticas que se basan en buscar y resaltar agravios y en separar a la gente. Ni de aumentar el poder de los ya excesivamente poderosos partidos políticos. Pero en todo caso hay algunos elementos esenciales para quien quiera convencerme sobre posibilitar la consulta:
- Mostrar respeto a las minorías. Ésto es básico. Posibilitar la educación en español en Cataluña tanto como España facilita educación en catalán, por poner un ejemplo vistoso. Apoyar y distinguir claramente a las víctimas y amenazados por ETA frente a las reivindicaciones, presiones y distorsiones del entorno ideológico abertzale sería un ejemplo dramático.
- Respeto a la ley. Por ejemplo a la ley de banderas, no hay que olvidar que son elementos básicos de propaganda política. Yo no quiero un partido con trampas, en el que uno de los equipos se salta las reglas. (Nuestros nacionalismos ¿algo más que publicidad?)
- Equilibrio entre poderes. Pactos como el de Tinell, en el que se buscan mayorías que creen tener derecho a predominar y excluir al resto no son aceptables. Editoriales comunes de todos los periódicos catalanes… asustan. Identificar "vasco" con "nacionalista" es perverso. El equilibrio práctico no es solo la separación de poderes, tan exigua a día de hoy. Es también un equilibrio político práctico, intentar que todas las sensibilidades importantes tengan aceptación y peso, voz. Igual que en el Parlamento Español, donde los nacionalismos se ven sobrerepresentados, beneficiándose de una regla que busca garantizar que los grupos minoritarios pero con importancia local tengan una presencia visible (quizá incluso en exceso). Un respeto atento también sería deseable hacia los no nacionalistas en Cataluña o País Vasco.
- Escrupulosa atención a que los partidos no aprovechen el poder que da gobernar para un interesado adoctrinamiento político. Educación, medios de comunicación, empresas públicas, contratación de personal, proveedores... Una y mil veces, los partidos tienen demasiado poder, demasiado poco contrapeso y control.
¿El problema es que cumpliendo todas estas condiciones no hay manera de conseguirlo?
Pues entonces será que la gente realmente no lo quiere. Significaría que sin manipulación política desequilibrada e irrespetuosa no funciona. Que es solo una emociología.
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P.S.6: (9 Enero 2017) Incluyo un enlace lo que llamo 'emociología", una palabra que he inventado hace poco y viene muy al caso. Facilitando comprender los riesgos "emocionales" de la democracia.
P.S.5: Por qué la votación del 9-N no fue un acto democrático. "9-N, a patadas con la democracia"
P.S.4 (22 Mayo 2015) Sobre el incumplimiento de la ley de banderas. Últimamente la junta electoral ha prohibido que ondeen esteladas en los ayuntamientos pero estos no las están retirando.
Imaginemos que en aquellos ayuntamientos en los que PSOE o PP tienen mayoría absoluta ondease la bandera del PP o del PSOE. Y alegasen, para no retirarla, que la ciudadanía siente esos colores, que solo hay que ver como les votan mayoritariamente.
Pues esto de la estelada es exactamente lo mismo. Solo que con una bandera que agrupa a varios partidos, a los nacionalistas partidarios de la secesión. No es más que eso. Ponen la bandera que representa su objetivo común. Una bandera que significa "nacionalismo".
P.S.3: (29-09-2014) Sobre el recurso del Gobierno de España a la consulta convocada por el Gobierno de Cataluña.
La democracia precisa que las leyes se respeten. En especial por los más poderosos. Y el Gobierno Catalán tiene mucho poder y muchas minorías a las que debe el respeto de respetar la ley.
P.S.2: (26-09-2014) Después de ver la consulta en Escocia, el peligro que ha supuesto para la estabilidad en Europa, el malestar y enfrentamiento que parece haber quedado en la gente y la sospecha de que puede acabar siendo un "neverendum", creo que me reafirmo en una posición de partida en contra.
El supuesto derecho de un colectivo a la secesión no me parece en absoluto un derecho (como puede serlo el derecho a vivir en un país que respete la ley o las libertades individuales) y como elemento a manejar por los partidos me parece peligroso. Creo que al final va a ser mejor la posición mantenida en España (respeto a la ley y consideración por parte del PP de que no tiene por que trabajar por facilitar una consulta dañina) que la inglesa (de aceptar entrar innecesariamente el juego de los partidos nacionalistas)
P.S.1: Dicen que quien puede romper algo tiene un poder sobre ese algo. Dar a los partidos la posibilidad de romper el sistema español es aumentar su poder. Yo, en principio, soy partidario de lo contrario. De limitar el poder de los partidos políticos que me parece ya excesivo y poco compensado. No solo es escasa la separación entre Legislativo, Ejecutivo y Judicial. Es que además controlan bancos (Cajas), Medios de Comunicación públicos, Empresas...
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Algunos recortes del libro Emociologías relacionados con el tema: