sábado, 13 de octubre de 2018

El Procés abre la puerta a la izquierda



El Procés se inició en la derecha nacionalista catalana. Como partido, CiU no tenía necesidad, se encontraba en aquel entonces a un tris de la mayoría absoluta. No fue una estrategia de partido, Artur Mas lo arrancó por intereses personales. Como también por motivos personales pasó luego el testigo a Puigdemont, a quien pensó que podría controlar desde el PDECAT, y esté a su vez lo ha pasado a Torra, por igual motivo.
El Procés ha sido para la derecha nacionalista catalana un proceso de autodestrucción derivado de intereses personales. Y ha sido posible por los excesos de la propaganda. Sembrar prejuicios es fácil, no tanto controlarlos luego.


ERC, la izquierda catalana, se apuntó desde el principio. Era un regalo y así lo vio. La derecha adoptaba su discurso, lo que implicaba que con el tiempo el electorado de CiU iría pasando a ERC. Miel sobre hojuelas.



El partido de derechas nacional, con Rajoy en el Gobierno, le respondió con asertividad: firmeza sin agresividad.
No entrando al trapo de las provocaciones, lo que fue dejando sin discurso al nacionalismo, ni cediendo a los chantajes, lo que le dejó también sin sentido práctico.
Una respuesta pragmática que llevaría con el tiempo al nacionalismo a, digamos, cocerse en su propia salsa mientras mantuviesen el desafío. 



Pero la otra derecha, la de los medios de comunicación, no le acompañó en la estrategia. Estaban en guerra contra Rajoy por su política de medios y aprovecharon la falta de agresividad para acusarlo de cobardía o incluso traición.





Por último, a la izquierda nacional el Procés le generó contradicciones. Medio PSOE, liderado por el PSC ve la ocasión de aprovechar la ruptura entre la derecha nacional y local para liderar un todos contra el PP. El otro medio ve como un riesgo excesivo el apuntarse a una estrategia que puede ser autodestructiva, al ligar al PSOE a los populismos de izquierda y nacionalista.
Finalmente gana la batalla interna Sánchez, el candidato del PSC, y se consuma la alianza del PSOE con Podemos y ERC y el posterior todos contra el PP. Un segundo Tinell con el que el PSC aúpa esta vez a Sánchez, como en el anterior aupó a Zapatero.

El objetivo es claro, repartirse el poder:

España: PSOE - Podemos - ERC - Bildu
Cataluña: ERC - Podem - PSC
País Vasco: Bildu - Podemos - PSE
Valencia: Compromís - PSPV - Podem
... 

 Las consecuencias también son claras. Ya las vimos con Zapatero. Caerá la economía, aumentará el marcado del territorio en zonas nacionalistas, las instituciones serán colonizadas y puestas al servicio de los partidos... lo conocido.
Una izquierda manipuladora, controladora y centrada en el poder, sin sentido de servicio público. Algún día alguien sacará cuentas de cuanto daño ha hecho el PSC a la izquierda, a la que ha pervertido, a los catalanes, a los que ha entregado al nacionalismo y a toda España, propiciando los peores presidentes.
En este partido, el PSC, habría que enfocar las críticas. Porque es el responsable y el corazón del que emana la estrategia y como tal su punto débil.







Una secuencia en la que cabe destacar tanto la falta de escrúpulos de la izquierda como los excesos de visceralidad nacionalista y antinacionalista de la derecha, a la que, con respeto pero con humor, me gustaría dedicar este vídeo:






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P.S.1 (14 octubre 2018)  ¿Por qué muchos sienten a Sánchez como un ocupa?

Quizá porque populismo y nacionalismo no son mayoritarios.
Pero Sánchez, con medio PSOE, se ha hecho con el PSOE. Y con ese PSOE de 85 escaños se ha hecho con el Parlamento. Y nos empuja a todos a aceptar planteamientos del populismo y nacionalismo.

¿Es legal? Sí, claro, se trata de una valoración, no de una denuncia.

Pero, con ocultación y por equilibrios de poder, Sánchez nos lleva en lo social a buscar un punto medio entre PSOE y Podemos. En lo nacional a medio camino entre PSC y ERC-Bildu. Y eso no representa el sentir general.

Sánchez aprovecha la descomposición de la derecha. En especial de la derecha catalana que se fue al garete con Artur Mas. Pero lo aprovecha para llevarnos a todos adonde, hasta hoy, la mayoría no ha dicho que quiera ir.

En Canadá, frente al desafío nacionalista, sacaron una ley que denominaron Ley de claridad. Aquí creo que podemos pedir lo mismo frente a riesgos tan importantes como los que suponen el populismo y el nacionalismo:  ¡claridad!



P.S.2 (14 octubre 2018) Una izquierda socialdemócrata.

Igual que en su día la deriva hacia nacionalismo de Zapatero propició la aparición de UPyD y Ciudadanos, como partidos de izquierda no nacionalista en País Vasco y Cataluña, quizá sean estos los lugares donde más necesario sea hoy un nuevo partido de izquierda socialdemócrata. Del tipo que promueve la plataforma Ahora (@AhoraPlataforma)

Una izquierda que no diga, con distorsión multiculturalista, que hay que proteger las lenguas y cultura locales. Que tenga claro que a quien hay que proteger es a las minorías que las sufren como opresión.




Que no diga que hay pobres por el mercado. Sino que vivimos mejor que nunca gracias al mercado y quizá en algunos aspectos haya que repartir aunque sea a costa de algo de riqueza.


Una izquierda que busca ser solidaria con la riqueza generada, no enemigo de quien genera riqueza. Que colabora y aporta sensibilidad, no se opone y manipula.




2 comentarios:

  1. Artículo interesante. Esperemos que lo que proponga Ahora Plataforma resulte de verdad creíble, que tenga el éxito que no fue capaz de lograr UPyD, que llegue a conformar la izquierda social demócrata que necesita este país y que desplace al PSOE de un Pedro Sánchez que solo piensa en su ombligo.

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    1. No sé si se conseguirá tanto. Pero está bien que lo intenten.
      Que no se pervierta el PP y que algo a la izquierda se aleje de la perversión que alienta el PSC, se aleje de populismos y nacionalismos.

      ;-)

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