domingo, 7 de octubre de 2018

Multipolaridad, multilateralismo, globalismo… ¿otro error de las democracias?


Antes que nada, intentaré centrar a qué me refiero con cada término.

Globalización se refiere al aumento la interrelación a nivel mundial. Relaciones económicas y empresariales, tecnológicas, políticas, sociales, culturales, desplazamiento…

Con globalismo, entre las distintas acepciones de la palabra, me referiré a la actitud o política de poner los intereses del mundo entero antes que los de naciones individuales. Sería no un hecho sino una forma de ideología política, que busca enfocar el análisis en el mundo en su globalidad.


Por caracterizarlos con una frase:
Globalización hace referencia al aumento del comercio, comunicación, desplazamiento…
Globalismo buscaría la prevalencia de las instituciones supranacionales (ONU, OMC…)

Así lo ve Daniel Lacalle, desde el punto de vista del liberalismo económico.




Multipolaridad hace referencia, tras el mundo bipolar de la guerra fría, a un mundo regido por un equilibrio entre potencias militares y económicas. Durante un tiempo se utilizó frente a la idea de un EEUU ejerciendo de “policía” del mundo, garante de un orden en el que nadie pudiese utilizar la fuerza militar para imponer sus intereses.

Multilateralismo hace referencia a al trabajo conjunto de varios países sobre una cuestión y mediante unas reglas. En la práctica sugiere que las decisiones no se tomen en función del poder de cada país sino por razones, por reglas.


/***/

Hasta aquí la clarificación de los conceptos que voy a utilizar. Vayamos ahora a las valoraciones. Mis valoraciones, claro.

Creo que la globalización es en general un bien, algo beneficioso que la humanidad desarrolla espontáneamente. Y el globalismo podría acercarnos a lo que sería una variante internacional de lo que hoy son las democracias a nivel nacional. Una extensión de reglas que podría permitir organizarse y resolver conflictos de forma menos brutal que la espontánea: la fuerza.

La globalización es una realidad con la que contar y el globalismo una aspiración, no una realidad a respetar. De la misma forma, el funcionamiento según el equilibrio de fuerzas es una realidad que no se debe obviar y la multilateralidad un objetivo a conseguir.





/***/


Pasemos, al fin, a lo que me trae al tema, un poco de brainstorming sobre los posibles errores de la posición europea.
 
Parece natural pensar que a los países poderosos les interese funcionar aprovechando las ventajas que les proporciona su fuerza. En ese sentido creo que durante años Europa ha defendido la multipolaridad frente a la idea de EEUU como policía global. El interés europeo parecería claro: en un mundo multipolar, Europa podría ser un polo de poder, no así en un mundo monopolar.
 

Posteriormente, Europa va evolucionando hacia el multilateralismo, una versión más sofisticada pero en la misma línea: evitar el predominio de EEUU al no regirse según el poder de cada país sino las razones. Imagino que de ahí el nobel a Obama.

¿Cuál es el problema? Cada país tiene derecho a ambicionar poder y control de su destino, eso es un objetivo razonable y es aceptable que Europa busque su hueco, pero habrá que estar atento a los errores al llevarlo a cabo.

El primer problema está la ausencia del criterio ético.

Es algo similar al que relato en “Equidistancia y prejuicios”. Igual que criticamos al equidistante por hacer un hacer análisis en los que trata por igual al  manipulador que a su víctima, cuando se promueve la multipolaridad o el multilateralismo debe restringirse a los países que están dispuestos a colaborar entre si. En general no se puede equiparar a las democracias con quien las combate, con regimenes agresivos. 

Es inmoral apoyar a tiranos contra democracias. Quizá aquí podamos recordar el apoyo europeo a Arafat, la protección de terroristas de ETA en Bélgica... 

Aunque muchas veces sea difícil concretar esta valoración de un gobierno como “agresivo” o “tirano”, nunca se debe dejar de intentarlo.






Un segundo problema es la confusión entre el derecho a ambicionar un mundo multipolar/multilateral y la demonización de la opción monopolar. Si Europa quiere ser un poder mundial tiene todo el derecho a intentarlo, pero no a erosionar a un poder dominante que es democrático. Se puede desear un mundo basado en razones en vez de en fuerza pero, dado que es una utopía que nunca se ha llevado a la práctica, no se puede exigir como un derecho inalienable en la práctica.


Además, en general, la competición jugando a la contra suele ser destructiva. Quien quiera competir con EEUU… que lo haga mejorando, no deteriorando a los americanos y sembrando el caos en medio mundo.

Se suele utilizar para esta descalificación una forma de distorsión que yo denomino el voluntarismo: elevar las expectativas más allá de lo razonable, lo que lleva a equiparar a agresores y agredidos. Si todos son malos… ya no hay que preocuparse de la faceta ética y, en la práctica, se elige bando según el propio interés.

Como con el perfeccionismo, aquí también podríamos decir: lo mejor es enemigo de lo bueno.



El tercer problema tiene que ver con el “cómo”.
La URSS tuvo durante un tiempo cierta aceptación en la Europa antiamericana, como denunció en su día Jean-François Revel.

Celebrar el crecimiento o los éxitos de algunas dictaduras (China, Rusia, Cuba, Irán...) porque eso sirve para erosionar al líder, EEUU, dando más posibilidad de influencia a Europa, es una posición destructiva y falta de los mínimos escrúpulos exigibles.
 

Bloquear la acción de EEUU en Oriente Medio o premiar a Obama por una versión del multilateralismo que ha dejado desprotegido al mundo es terrible. Es como premiar a Baldwin y Chamberlain por no hacer frente a Hitler mientras va devorando países.

Hay cosas que, sencillamente, nunca se deberían hacer.

 El mundo cambia, pero siempre es igual.
Lo que fueron Gran Bretaña, Francia, Alemania o Japón,
lo son ahora EEUU, Europa, Rusia y China.
Y estamos dejando que dictadores militaristas crezcan.
Quizá Europa debería plantearse apoyar a EEUU y prevenirse ante los Obamas


Por último, el cuarto problema, es la inacción general por corrección política. El globalismo y el multilateralismo suponen en la práctica, hoy en día, incorporar a las decisiones tanto a las víctimas como a los tiranos.

Produciéndose la terrible paradoja de que cuando un tirano quiere, agrede. Puesto que no se siente realmente comprometido con el multilateralismo. Pero cuando hay que defender al agredido, la decisión es bloqueada por la falta de consenso… ante una toma de decisión en la que participan el agresor y sus aliados.


El caso de Venezuela sería paradigmático. La ONU puede denunciar los abusos de la dictadura, pero jamás conseguirá el consenso para ayudar a su población y defenderla, los aliados del agresor lo impedirían. O el de Ucrania, Rusia puede a la vez invadir el país y bloquear la respuesta de la ONU.


Se necesita otro tipo de globalismo/multilateralismo que incorpore el algo distinto. Que esté formado por democracias y no pueda ser vetado por las tiranías y sus aliados. Una OND (Organización de las Naciones Democráticas) en vez de ONU. Con vocación de ONU pero sin aceptar a quien expande la agresión, sin repetir la falta de defensa de las democracias que nos llevó en su día a la 2ª GM.


La vocación de multilateralismo no puede convertirse en un prejuicio que impida tomar decisiones cuando no se llega a acuerdo. Igual que el deseo de paz no debió convertir la preparación para la guerra en algo maldito en los años previos a la 2ª GM. 

Quién quiera la paz, debe prepararse para la guerra.
Quién quiera multilateralismo, debe estar dispuesto a desarrollar acciones unilaterales.



 

/*********/

Nota: Lo he titulado "¿otro error de las democracias?" ya que en su día escribí: "Europa: Dos errores y una carencia. Antiamericanismo, multiculturalismo y límite de mandatos"


No hay comentarios:

Publicar un comentario