martes, 22 de septiembre de 2015

Partidos inservibles




Las democracias parecen tender al bipartidismo. Dos pilares que le dan estabilidad y dinamismo.

El partido que llamamos de derechas representa las fuerzas conservadoras. Temerosas y prudentes.
Cuando predomina su faceta positiva, la prudencia, despliegan sobre la sociedad sentido práctico y realista. Son constructivos y favorecen la prosperidad. Lo que en Cataluña se dio en llamar el seny.
Cuando predomina su faceta negativa, el temor, se cierran en si mismas frente a los peligros y agresiones externas. Intentan blindar su territorio y rechazan cualquier pérdida de su fuerza. Se vuelven aislacionistas, prejuiciosos e insolidarios.

El Partido que llamamos de izquierdas representa las fuerzas progresistas. Idealistas e imprudentes.
Cuando predomina la faceta positiva, el idealismo, son motor de cambios en la sociedad. Le presentan posibles mejoras y aportan el optimismo necesario para el cambio. Son fuerzas de progreso y sentido social.
Cuando predomina la faceta negativa el ideal se vuelve fantasía y la imprudencia apuesta por cambios radicales (de raíz) que llevarían a supuestos paraísos que no tienen la más mínima validación práctica.


Después de estas obviedades… ¿qué se ve en el panorama catalán?

Un partido de derechas, CDC, que ha renunciado al seny. Que apuesta por el más radical de los cambios, crear un nuevo país y empezar ahí desde cero.

Unos partidos de izquierda, ERC-CUP, que han renunciado al ideal social. Que, contagiados del nacionalismo de la derecha, optan por el máximo aislamiento y la insolidaridad. Que repiten los mantras del temor conservador: “los que son más pobres nos roban, nos invaden y van a hacernos perder nuestras esencias”.


¿Conclusión?

Los partidos nacionalistas catalanes, probablemente debido a los excesos propagándísticos durante 35 años, han perdido el norte. No proporcionan ningún beneficio real a la sociedad. Más bien la arrastran a un absurdo disfuncional y peligroso.
Recuerdo que en la película “Un hombre para la eternidad” contestaron a Tomás Moro cuando dijo sentirse en peligro: “Estás enfermo. Por Dios, Tomas, estamos en Inglaterra”.
Eso digo yo, menos mal que estamos en la Europa actual. Espero que nos vaya mejor que a Tomás Moro.

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