Introducción: emociologías, un enfoque diferente
En el libro Emociologías, propongo un enfoque de la política desde el análisis de las distorsiones cognitivas en juego, de la manipulación emocional de la sociedad.
Para ello compuse un Mapa de emociologías (emos), es decir, una clasificación de los grupos de distorsiones más habituales. De este mapa, las siguientes emos son de interés para analizar el Procés:
sigue el esquema
[emociología]: [descripción]
+ [distorsiones más habituales]
+ [promotores]
Veamos como queda la narrativa del Procés a la luz de estás emos.
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El Procés arranca tras 40 años de discurso nacionalista incuestionado.
El fin del Franquismo facilitó desplegar una tentadora línea de propaganda que permitía colaborar a nacionalistas e izquierdas. Se basada la idea de que defender los símbolos de España era cosa del PP y el PP... Franco. (Banderas y minifaldas)
Este es el origen del problema actual, esa conjunción de prejuicios. Una colaboración entre las emociologías (nacionalista y filonacionalista) que consigue en la práctica no sólo arrinconar al PP (recordemos Tinell), sino bloquear durante décadas cualquier cuestionamiento del nacionalismo.
Tiene, al menos, tres consecuencias muy dañinas:
- favorece el planteamiento secesionista: si todos estamos de acuerdo en que España nos oprime ¿no es justo que hagamos lo que haya que hacer para liberarnos? Toda distorsión que no es cuestionada tiende a radicalizarse.
- la idea se contagia hacia el exterior, tanto hacia el resto de izquierda española como hacia los países de nuestro entorno: oponerse al nacionalismo es una forma de franquismo, es antidemocrático. ¿Quién no se lo creerá si ennadie lo cuestiona?
- acaba dominando al propio partido que sustenta la emociología: un dirigente que consiga presentarse como estandarte del nacionalismo auténtico se vuelve intocable. Y ¿qué hay más radicalmente nacionalista que el secesionismo? (así pudo Artur Mas, prácticamente sin crítica interna, destrozar CiU) (Conductores al abismo)
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El Proces vuelve hegemónico a ERC
ERC consigue que una de las características esenciales del nacionalismo de CiU, su conservadurismo, su seny, quede devaluada. Imponiendo su propia línea emocional de radicalismo republicano, el secesionismo.
Pero probablemente ERC se pasa con la presión y, al obligar a Puigdemont a seguir adelante con la DUI hasta delinquir abiertamente, el juego cambia. Puigdemont hoy ya no saca beneficio personal de ir de la mano de ERC. Empieza una lucha por los despojos de un Procés que llega a su fin: El botín del Procés.
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Puigdemont recupera el nacionalismo tradicional de CiU: supremacista
Puigdemont, aprovechando el prestigio que le proporciona el papel de presidente depuesto por la antidemocrática España, devuelve el golpe a ERC. Y se afianza a si mismo. (El último coletazo de Puigdemont)
Viene a decir: igual que ERC nos llevó al secesionismo, arrastrándonos del seny a la radicalidad, ahora nosotros llevaremos a ERC de la reivindicación del pueblo oprimido al supremacismo étnico. Sacándolos de su zona natural y bloqueándole una posible colaboración con el resto de la izquierda (Podemos y PSC) que hubiese arrinconado a quienes proceden de la antigua CiU.
Esto tiene un efecto negativo, claro, ya que tensiona aún más la sociedad, pero puede provocar una consecuencia positiva: puede empujar a la izquierda no nacionalista a abandonar el filonacionalismo.
Hasta aquí llegaría la narración del Procés a día de hoy. En eso están y habrá que esperar a ver cómo evoluciona. Pero no veo improbable que tanto volantazo emocional acabe haciendo que el nacionalismo pierda algo de su apoyo electoral (no, no mucho, pero sí algo).
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¿Qué ha ocurrido con la derecha (y los emergentes) durante el Procés?
Queda por analizar, bajo el enfoque de la manipulación emocional, lo ocurrido en la derecha. Donde el Procés también ha tenido un impacto.
El PP mantiene una guerra con los medios de comunicación de derecha que, con sus altibajos, dura ya décadas. Es lo que describo en: Los medios de la derecha.
Además, durante algunos periodos, los populares han cultivado una emociología que denomino antinacionalista. No menos manipuladora y extrema que el propio nacionalismo y que viene a acusar de traidor o cobarde a todo aquel que no muestre el nivel de agresividad... que se le quiera exigir.
Por último, como relato en El origen de los emergentes, en los últimos años han aparecido dos nuevos partidos de alta componente mediática: Podemos y Ciudadanos.
Podemos ha intentado liderar el filonacionalismo aprovechando que el PSOE lo iba abandonando. Pero afortunadamente sin éxito, el propio Podemos se está viendo obligado a alejarse del filonacionalismo ante la deriva étnica de Torra.
Por contra, Cs ha obtenido un gran rendimiento electoral del Procés. Tanto por una faceta positiva, al desplegar Arrimadas un muy buen discurso de denuncia de las distorsiones y excesos nacionalistas, como a través de una faceta negativa: utilizando la emociología antinacionalista contra el PP. Aprovechando tanto las contradicciones internas que genera en el electorado del PP el haber renunciado al antinacionalismo, como el apoyo que consigue de los medios por enfrentarse al PP (Cs, PP, los medios y el lado oscuro).
Una estrategia que, además de erosionar al PP, dificulta la separación de la izquierda del filonacionalismo (todos reaccionamos en contra si nos empujan hacia un lado)
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Conclusión: ¿qué podemos esperar?
El Procés está suponiendo una etapa dura para la sociedad catalana. Excitada con ideas muy agresivas (nos roban, nos oprimen, nos atacan...) se ha provocado una división en la sociedad, con fuertes tensiones personales y un sentimiento general, tanto en nacionalistas como en no nacionalistas, de estar siendo agredidos.
No es algo de lo que podamos alegrarnos.
Pero existe la posibilidad de que esta crisis tenga al menos una conclusión saludable. Si lleva a la izquierda a renunciar definitivamente al filonacionalismo y la derecha evita la tentación antinacionalista, algo se habrá ganado. Se conseguiría una reducción global de las emociologías, de las distorsiones y la manipulación emocional.
Un nuevo statu quo que abriría las puertas a lo que realmente es tratamiento eficaz, la solución: limpiar la sociedad de emociologías. Algo inviable mientras izquierda y derecha utilicen el tema para el enfrentamiento entre ellos impidiendo un diagnóstico compatido. (¿Cómo hacer frente al nacionalismo obligatorio?)
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