Parece que es tiempo de fantasías. De izquierda justicialista, de utópicos antisistema, de regeneraciones adanistas. Así que ¿acaso no puedo yo darme el gusto de una fantasía conservadora?
Una parrafada suelta, ligera, sin preparación.
Al ser un sueño conservador habré de mirar al pasado.
De las guerras tribales y los esclavos pasamos a aristócratas y siervos, a amplísimas clases medias... Con la prosperidad extendiéndose por Europa y América, incluyendo ya a gran parte de Asia.
No parece una evolución negativa.
Y todo ello realizado no mediante revoluciones, sino a pesar de ellas. El actual sistema es un invento inglés, cien años anterior a la sangrienta revolución francesa. La revolución industrial, la incorporación de los empresarios ricos al gobierno, el triunfo de la economía de libre mercado, hasta la democracia universal de EE.UU..
Abaratando y multiplicando la producción. Necesitada de compradores, un sistema que precisa, para expandir la riqueza, tener a quienes vender.
Así que aquí andamos. Con una sociedad mucho más culta, estable, libre, con una calidad de vida infinitamente mejor que la de hace 100 años. Con una expansión de la prosperidad impensable hace apenas 50 años (Asia).
Luchando, claro, contra las fuerzas reaccionarias que nos quieren devolver a la tribu, a la lucha de clases, a los bandos y la deconstrucción, al gobierno mediante la manipulación extrema de las emociones. Pero con la confianza que da la positiva evolución de los últimos siglos. Esperando no tener nunca más tropezones reaccionarios como fueron las Guerras Mundiales en el siglo de las ideologías.
¿Qué nos espera? Un mundo mejor. En el que una vez Asía se haya incorporado a la prosperidad empezaremos a ser mayoría de primer mundo. Y así el equilibro derivado de la competencia no implicará problemas de paro y bajos sueltos en los países ricos. Una vez expandido el sistema se podrá evolucionar por el camino que llevábamos: Mejora de la calidad de vida general, reducción de las jornadas de trabajo, movilidad global, diversidad mestiza...
¡La utopía conservadora! ¡El triunfo de la colaboración competitiva y el ánimo constructivo, de la sobreproducción que anima a inventar nuevos bienes y servicios!
¡Hala! Para que digan que no se puede votar conservador con ganas. ¿Que trabajar implica esfuerzo? ¿Que competir siempre tiene una dureza? ¿Que aguantar los malos momentos es a veces frustrante?
Puede que sí. Como lo tiene ser buen estudiante o practicar un deporte. Pero el balance final puede ser positivo. Mucho más grato que el de una borrachera emocional o una violenta revolución. Y a los conservadores... les molan las cuentas y balances antes que la inmediatez.
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nota 1: (20 Feb 2016) Una nota de Bono (regalo de Libertad & Memes@Meme_Libertaria)
nota 2: (31 Dic 2017) Un análisis muy revelador de lo que vamos avanzando.
nota 3: (18 junio 2018) Una idea que he visto en twitter y me parece interesante.
Se suele considerar que derecha incorpora dos facetas o tendencias. La liberal y la conservadora. Y, la verdad, suelen meter más ruido los liberales.
Sin embargo, y sin dejar de valorar la aportación liberal, no seré yo quien minusvalore a Popper o Hayek, creo que también se romper una lanza por la conservadora. Una opción que en el día a día de la política, desde el punto de vista emocional, veo más realista, práctica, madura. Frente a la postura liberal, que no es raro que resulte más crédula, infantil y adanista, más vulnerable a los excesos emociológicos, a las dañinas pasiones políticas.
Mi reconocimiento a un conservador... de quitarse el sombrero.
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