martes, 3 de enero de 2017

Emociología: el gobierno como servicio profesional


Circula con cierta asiduidad por las redes sociales la siguiente foto de Einstein...


... y me ha parecido que puede servir para ilustrar algo característico de nuestra época:
  - De Einstein conocemos y destacamos su faceta payasa,
  - A un cómico, como Beppe Grillo, le otorgamos opciones a presidente
  - Y la teoría del calentamiento parece tener como principales defensores y detractores a políticos y estrellas de cine.

¿Se ve la disfunción?
En todas ellas las emociones (simpatía / irritación social / pasión de hinchada) predominan sobre el enfoque racional, práctico.

Mi pretensión al proponer el término de "emociología" fue facilitar un análisis político enfocado en las emociones: reconocer las distorsiones cognitivas (ideas de intención emocional, no racional) que las generan y clasificarlas para facilitar encaucen de forma racional y práctica. Con el objetivo último de facilitar:
   - que sean los hombres de ciencia quienes argumenten las teorías (calentamiento...)
   - que sean artistas y famosos en general quienes nos entretengan y desarrollen pasiones
   - y que los políticos puedan dedicarse a encauzar pasiones en vez de desatarlas, y a proporcionar gobierno eficaz y controlado.

Por cerrar el ejemplo anterior. Son las emociologías las que hacen:
  - que teorías como la del calentamiento se manejen emocionalmente en vez de científicamente, como si fuesen tests de bondad.
  - que en un mundo político con emociones desatadas los artistas tengan un papel como protagonistas.
 - que los políticos vean más rendimiento en azuzar bajas pasiones que en demostrar su habilidades como gestores de lo público.

La mayor parte de las tensiones políticas no son consecuencia de injusticias o males insuperables, aunque obviamente estas ayudan a que se propaguen. Son consecuencia de un encizañamiento de la sociedad mediante distorsiones cognitivas. Consecuencia de emociologías negativas. 



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La introducción anterior pretende ilustrar por qué muchos de los planteamientos sobre la "nueva política" o sobre "democracia directa" me resultan ajenos. Por qué considero que no apuntan hacia lo que es razonable buscar que sea el buen gobierno sino a satisfacer facetas emocionales de la sociedad.


Considero dos principios a tener en cuenta para valorar formas de gobierno:

1) Conviene evitar planteamientos emociológicamente contaminados:
      + La democracia no es el "gobierno del pueblo". Nunca lo ha sido por muy halagador que nos resulte (halagar una forma básica de manipular).
       + Una mayor participación de la ciudadanía no vuelve el sistema "más democrático". Democrático se suele utilizar aquí como "bueno", descalificando como "malo" a quien no comparta la propuesta.
      + El objetivo de la política no es desarrollarnos como ciudadanos o como personas, aunque al participar en política desarrollemos facetas ciudadanas. El objetivo de la política es la organización de la sociedad, de lo público.
 ...

La democracia es un sistema que garantiza los derechos de los ciudadanos mediante imperio de la ley, el equilibrio entre poderes y el respeto a las minorías y que se regula por la opinión pública, mediante el voto. (Democracia).
Como suele decirse, es sencillamente la menos mala de las formas de gobierno conocidas.


2) La forma de gobierno debe defendernos no solo de la violencia física, algo afortunadamente conseguido con las democracias, sino también de las emociologías, de la manipulación emocional (por ejemplo: democracia directa y populismo).


No soy un experto en política así que no propondré los mecanismos concretos a aplicar. Pero planteamiento anterior me lleva a que el objetivo último de un gobierno será cumplir con una función social práctica.

Será mejor cuanto más aporte a la sociedad y menos inconvenientes y riesgos genere. Y para ello conviene disponer de una forma de comparar práctica. Por ejemplo, me resulta evidente que las democracias occidentales son el mejor método a día de hoy. Así que mi punto de partida es claro: las democracias actuales.

¿Qué echo en falta? Algo que ya veo en las empresas: control de la competencia, de la publicidad engañosa, condiciones laborales internas...

Es decir, el gobierno debe proporcionar un servicio, como hacen las empresas, pero no es fácil de regular ya que no hay comprador diferenciado, el producto aplica a toda la sociedad y, sobre todo, dado el enorme poder que obtiene quien al fin consigue el contrato.

Pero que sea difícil no implica que el planteamiento no pueda ser similar. El gobierno es un servicio que ofrecen unas empresas: los partidos políticos; y deben estar sometidos a unas reglas al menos igual de estrictas.


Habrá que establecer fuertes mecanismos anti-monopolio (lo de Putin en Rusia o Erdogan en Turquía parece claro que no es razonable), puntos de control de calidad del servicio durante el proyecto (perdón, durante el mandato) (por ejemplo, no tiene sentido gobernar sin presupuestos actualizados), mecanismos que penalicen en lo posible la publicidad engañosa o descalificadora...  lo que ya exigimos que cumplan las empresas.




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Nota 1: (10 Ene 2017) Cifuentes pide primarias en la elección del líder del PP. Que sean los militantes quienes tengan la última palabra.
 

Ciertamente no lo sé si es práctico o no. Pero no olvidemos que el objetivo de los partidos es gobernar, no representar los más fielmente a la gente.

Igual que el objetivo de un constructor es hacer una casa que no se caiga ni tenga goteras, filtraciones...

La gente, los clientes, elegiríamos el tipo de casa pero esta debe estar hecha con profesionalidad. No tiene sentido que eligiésemos el tipo vigas, cómo hacer los cimientos...
 

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